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¡Interesante! Ford Hemp Car: El auto de cannabis de 1941

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¡Interesante! Ford Hemp Car: el auto de cannabis de 1941

Pero hubo un momento en que el cannabis y otras fibras vegetales fueron consideradas como una posible solución para el mundo del automóvil dadas sus cualidades. Sus defensores señalan que, convenientemente orientadas, podrían servir para fabricar paneles con resistencia similar a la fibra de carbono.

¿Se imaginan un coche con carrocería de cannabis? Me imagino el problema de los aduaneros cuando los perros policía rastreadores de droga se volvieran locos al oler el automóvil en un control y sus entrenadores no adivinaran la razón.

Volvamos a las cosas series. Desde hace tiempo los fabricantes de automóviles se fijan en las posibilidades de las fibras vegetales. Hace un par de años Bruce Dietzen realizó un deportivo con cannabis en la carrocería, pero también para los asientos y otros elementos, realizados con fibra de cáñamo extraída de la Cannabis Sativa.

Conseguía así un coche más ligero, lo que permitiría reducir las emisiones de CO2 en un 23%, una reducción considerable.

Pero no ha sido el único intento de usar fibras vegetales en el automóvil. Y no nos referimos a la madera que se usó para la fabricación de bastidores y paneles de carrocería, como se sabe, sobre todo en los inicios de la automoción. Aún hoy lo usa Morgan y en los años 60 se hizo un coche de Fórmula 2 medianamente competitivo con uso de madera de balsa.

En 2008, la Universidad de Warwick, realizó un modelo con materiales vegetales extraídos de la zanahoria, las patatas, soja, etc… y que incluso usaba un combustible especial basado en el chocolate. Curioso, ese mismo año hubo un proyecto de un buggy ecológico para el Dakar, el Gazeley Bio Buggy, impulsado por el científico ecologista Niolan Vanien, que desgraciadamente no pudo participar el Dakar como era su objetivo.

Pero hay más. Continental ha estudiado un neumático que utiliza una planta, el diente de león, como material base; Bentley, por su lado, el uso de algas para fabricar un revestimiento para los asientos que se parezca al cuero; Ford quiere construir coches de bambú; el constructor belga Vertigo ha hecho una carrocería con fibra de lino para el coche que condujo Vanina Ickx en el Pikes Peak, mientras que Porsche ha anunciado el uso de algunas fibras vegetales en su Cayman GT4.

Pero este movimiento iniciado hace unos pocos años no es nuevo, ni mucho menos. Ford realizó en 1941 un coche que fue popularmente conocido como Hemp Car o ‘El coche de cannabis’, aunque oficialmente se denominaba Soybean Car, el coche de la soja.

Henry Ford en persona impulsó el proyecto, convencido de que podía aunar agricultura y automóvil. Un intento de aprovechar desechos agrícolas para obtener materiales ligeros y de bajo costo, que a la ve fueron resistentes. Fue él quien presentó el coche en el Dearborn Day de 1941 –el 13 de agosto–.

Un sencillo chasis de tubo sostenía una carrocería compuesta por 14 paneles de materia plástico reforzado con un 10% de fibra de cannabis, de ahí el nombre popular del coche.

El material en cuestión fue ideado por el químico George Washington Carver. Con ayuda del Soybean Institute –Instituto de la Soja– y sobre todo del Tuskegee Institute de Alabama, Estados Unidos. La mezcla era curiosa: 50% de fibra del Pinus Elliottii –un pino americano–, un 30% de paja y un 10% de ‘ramie’, una fibra vegetal usada en Egipto y otros países de la Oriente Medio desde hace milenios, junto a un 10% de cannabis; todo ello pegado mediante una resina celulósica extraída de la soja. En el fondo, algo no muy distinto con lo que se hace hoy con materiales composites.

¿Qué quedó de aquello? Algunos piensan que nada. La entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial paralizó el proyecto. Y se dice que antes de que acabara la contienda el ingeniero Eugene Turenne Gregoire, jefe de diseño de Ford, ordenó destruir el único prototipo… quizás una venganza porque Henry Ford le había relevado de aquel proyecto y lo había confiado a Lowell E. Oberly.

Pero sí que hay algo en común que perdura. La sede del Soybean Laboratory, en Greenfield Village, es hoy la sede del Museo Ford en Michigan, Estados Unidos.

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