Si te gusta cocinar y además de eso, te encanta la marihuana, éste es el momento para combinar ambos mundos… No temas, el resultado te hará volar.
Para convertirse en un auténtico chef cannábico, el único camino válido es la práctica, horas y más horas trabajando y probando, hasta conseguir la perfección. Y puesto que nadie nace sabiendo, el aprendizaje suele estar cuajado de errores y desastres. No pasa nada. Pero si estás decidido a iniciarte en esta doble arte, no está de más que te leas estos consejos antes de ponerte el delantal.
1. Para empezar
Recuerda que la marihuana es liposoluble y no hidrosoluble. Para que se libere el THC -y por tanto, tenga efecto- es necesario calentarla y mezclarla con alguna grasa -aceite, mantequilla, otros lácteos-. Los tés de marihuana no ponen nada. Lo más fácil es elaborar previamente un aceite o mantequilla cannábicos, y utilizarlos luego en las recetas. Pero, en todo caso, nada de cocina británica -hervidos en agua-. Si no te queda claro, piensa en dos platos de pasta; unos espaguetis a la bolognesa, con el orégano -sustituido por marihuana- por encima del plato ya preparado, no funcionarían. En cambio una receta de pesto genovese, cambiando la albahaca por marihuana, es un plato diez para elaborar con cannabis.
2. Pesos y medidas
Ahora que ya conoces el comportamiento específico de la maría en la cocina, el resto se convierte en puro saber culinario. Como todo chef que se precie, debes medir las proporciones de alimentos que incorporas a tus recetas. Puesto que para estos experimentos vas a involucrar a invitados -también conocidos como “conejillos de Indias”-, no peques de bestia. 1/2 gramo por persona, si estás usando cogollos, o 2 gramos si utilizas restos del manicurado, son un punto de partida a la vez prudente y suficiente. Ya irás adaptando las cantidades al organismo de tus invitados más frecuentes. Como cualquier cocinero, recurre a la balanza de cocina, es un instrumento indispensable.
Y recuerda que no todas las marihuanas son iguales ni tienen la misma potencia, por lo que todo consejo sobre cantidades es necesariamente orientativo. Con el tiempo, aprenderás a calcularlas.
3. Temperatura
Aunque el THC necesita ser calentado para liberarse, el exceso de temperatura puede degradar ciertos cannabinoides, por lo que es aconsejable que cocines durante más tiempo a temperaturas no superiores a los 170º C. Y, aunque si eres un aspirante a chef no te hará falta la recomendación, ¡no utilices el microondas!
4. La importancia del sabor
Prueba y mejora tus recetas cannábicas. Si vas a celebrar una comida, debes asegurarte de que lo que sirves no sólo coloca, sino que está rico. La experiencia será mucho más positiva. La maría funciona de una forma parecida al orégano, la albahaca o la salvia en la cocina. Combina bien con otras hierbas y, si la usas en forma de mantequilla, no abruma ni predomina sobre los demás sabores.
5. La ocasión adecuada
Es mejor no cocinar con marihuana la cena de Nochebuena, aunque puede que a todos nos fuera mejor en las reuniones familiares. Pero hay que elegir bien las ocasiones, especialmente si vamos a invitar a novatos, organizarlas en sitios cómodos donde la gente se pueda relajar, y con el tiempo suficiente para disfrutar la experiencia.
6. Nada de sorpresas a los invitados
Decir a los invitados que la fuente de galletas que se han engullido llevaba marihuana no tiene la menor gracia. Y tú tampoco te reirás si alguno de ellos empieza a sufrir paranoias y pánico u otro síntoma psicosomático fruto del miedo. Aparte, claro está, de las alergias, intolerancias, etc. que puedan tener y que tú desconoces. Anuncia siempre con tiempo las experiencias de gastronomía cannábica para que quien venga lo haga a sabiendas.
7. Tiempo y paciencia
Ya sabemos todos que el cannabis ingerido por vía oral puede tardar más de una hora en hacer efecto, dependiendo de las condiciones y del sistema digestivo de cada cual. Pero casi siempre hay que bregar con alguien que no soporta la espera (¡esto no pone!) y que se administra otra dosis sin haber digerido la primera. Mala idea. Sirve un buen plato a cada comensal y no dejes que repitan.
8. Síntomas de intoxicación
Normalmente, los efectos más extremos, como crisis de angustia o pánico, se controlan dejando a la persona en un ambiente tranquilo y hablándole con suavidad, para recordarle que esos síntomas desaparecerán en un rato. Físicamente, no existe la sobredosis, y rara vez se produce otro efecto que una bajada de tensión (el famoso amarillo), en cuyo caso hay que tumbar a la persona con las piernas en alto, las rodillas más altas que la cabeza.
9. La sobremesa
Prepara un buen ambiente, con cojines esparcidos por el suelo, música adecuada y refrescos para la sed inevitable. Procura que tus invitados no se vayan hasta pasadas unas buenas horas, o si es posible, que se queden a dormir. El sentido de la orientación se ve muy perjudicado en estas comidas cannábicas, por lo que es conveniente que no tengan que desplazarse más que al cuarto de baño.
10. Cocina cannábica y alcohol
Es posible que te vaya a dar igual, pero marihuana y alcohol no combinan bien; y por vía oral mucho menos. Lo ideal sería hacer esta experiencia sin alcohol, pero entonces esto no sería España. En todo caso, ofrece una sola bebida -un vino, por ejemplo- para acompañar, no para emborracharse. Así la ebriedad cannábica será más nítida. En cambio, la marihuana combina de maravilla con chocolate y café. Y un buen anfitrión nunca deja de ofrecerlos.
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