A raíz de la legalización en Canadá de la marihuana recreativa, que cumplió un año el pasado 21 de octubre, diversas agencias turísticas promocionan itinerarios con visitas a las tiendas autorizadas, también se imparten talleres culinarios con recetas a base de cannabis. De igual forma, una actividad va ganando terreno en las principales ciudades canadienses: el ganja yoga.
“Es una locura la cantidad de gente que toma pastillas por estrés o ansiedad. El cannabis y el yoga te permiten una mejor conexión contigo mismo, ayudan a relajarte. Van muy bien de la mano”, cuenta Cynthia Pétrin, la primera instructora que obtuvo la certificación en la provincia de Quebec para impartir estos cursos que mezclan marihuana con posiciones yóguicas. Hasta el momento, hay unos 30 instructores en el mundo; casi todos en Estados Unidos y Canadá.
De hecho, el ganja yoga surgió gracias a una canadiense. Dee Dussault, oriunda de Toronto, comenzó a difundirlo en 2009 en la ciudad estadounidense de San Francisco. Sin embargo, ha explicado que, en realidad, retomó una práctica que aparece en textos indios desde hace siglos: el consumo de sustancias —para elevar la conciencia— combinado con posturas. Dussault ganó popularidad en varios lugares de California y empezó a formar instructores en 2018.
“Fumo marihuana desde hace años para combatir el estrés. A veces iba al gimnasio o practicaba yoga tras haberla consumido. La sensación me gustó. Poco tiempo después, me enteré que ya existía el ganja yoga y viajé de Montreal a Los Ángeles para tomar la capacitación de Dussault”, explica Cynthia Pétrin. “Son 50 horas de formación, aunque la persona debe contar previamente con una certificación de Yoga Alliance en otro estilo”, precisa.
En 2017, Dee Dussault publicó Ganja Yoga: A Practical Guide to Conscious Relaxation, Soothing Pain Relief, and Enlightened Self-Discovery. En el libro, Dussault no evade algunos inconvenientes que pueden aparecer por el consumo de marihuana antes de comenzar con las posturas yóguicas —torpeza, paranoia, problemas de equilibrio—, pero defiende a capa y espada las ventajas de la hierba en la práctica del yoga: mejora la relajación, el desarrollo personal y la elevación espiritual. “Quiero ayudar a las personas a conectarse con la planta y a aprovechar su potencial curativo”, escribió.
Cynthia Pétrin imparte cursos a un público variopinto: “En promedio, son treintañeros, pero llega también gente más joven y personas de la tercera edad”. La instructora de ganja yoga en Montreal señala que la legalización ha provocado que esta práctica sume adeptos cada día. “Al principio tenía tres o cuatro alumnos por sesión. Ahora son unos 12. Los cambios en la ley han ayudado. No dejo de recibir mensajes pidiéndome información. Hay mucho interés”, agrega.
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Un curso de ganja yoga dura alrededor de dos horas. “En los primeros 30 minutos, las personas conversan. Con frecuencia, hablan de sus hábitos y prácticas relacionados con el cannabis. En ese espacio de tiempo se da el consumo. Siempre es al aire libre, ya que las leyes prohíben hacerlo dentro de la sala de prácticas. La venta también está vetada fuera de los establecimientos autorizados, así que cada uno llega a la sesión con lo que vaya a consumir”, explica Cynthia Pétrin. Varios de los alumnos optan por la pipa o el canuto; otros prefieren aceite aplicado bajo la lengua. Pétrin subraya las propiedades relajantes del CBD y su acción contra el dolor, aunque dice que quienes lo practican pueden combinarlo con THC. “Eso depende de la experiencia de cada consumidor, al igual que la dosis. Sin embargo, el ganja yoga sugiere dosis pequeñas”, afirma. También menciona que no es recomendable recurrir a comestibles cannábicos, ya que sus efectos comienzan a sentirse en un periodo de tiempo mayor.
Durante aproximadamente una hora, Pétrin y su grupo realizan diferentes posturas de yoga y meditación. “Es una práctica más lenta, con menos posturas atléticas, no está enfocada en el desempeño. El objetivo es relajarse, reducir el estrés del día, hacer una pausa en nuestra forma de vida tan acelerada”, comenta. Al final, descansan y conversan nuevamente unos 30 minutos. “Es muy importante que todos los alumnos vuelvan a sus casas con total seguridad”, dice Pétrin, subrayando que, hasta el momento, no ha existido problema alguno en sus clases. También señala que no ha recibido críticas por parte de instructores de otros tipos de yoga. “A veces me hacen preguntas, pero motivadas por la curiosidad. El consumo de cannabis en Canadá no es un tema nuevo. Con la legalización, se aborda de forma más abierta”, agrega.
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