Afganistán es una de las cunas del cannabis, es de allí donde proceden la mayor parte de las landrace de cannabis índica que han dado lugar a la gran parte de variedades comerciales de la actualidad.
El nombre de Hindu Kush significa “el asesino hindú” por la elevada tasa de mortalidad entre los esclavos que regresaban de la India en la ruta comercial que atravesaba aquellos altísimos pasos.
Otros expertos señalan a que su nombre es una corrupción de la expresión latina “Caucasus Indicus”, nombre que le dieron los romanos. Otros incluso aseguran que puede provenir de “kushan”, nombre del imperio que se extendió entre los siglos I y III d.C. desde Tayikistán hasta el Mar Caspio, ocupando todo lo que es hoy Afganistán hasta el río Ganges.
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Afganistán el siglo pasado no era el país inestable que conocemos hoy en día. Era un país relativamente “próspero” donde el rey Zahir Sha a su llegada al trono en 1933, impulsó una serie de reformas especialmente en la enseñanza y en sanidad, ambas hasta entonces precarias. Afganistán abrazaba además al turismo, aunque muchos de los turistas de las décadas de los 50, 60 y 70 fueran el famoso sendero hippie, nombre dado al viaje emprendido por la subcultura hippie desde Europa hacia el sur de Asia, principalmente a India y Nepal. Era una forma de turismo alternativo, donde los elementos clave era viajar lo más barato posible y fumar cannabis. Muchos de estos hippies a lo largo de su viaje recolectaban semillas de aquellas hasta entonces poco conocidas variedades.