Actualmente, el mundo atraviesa una pandemia global que amenaza con interrumpir no solo la vida cotidiana, sino también sistemas económicos y de salud completos.
Para millones de personas en todo el mundo que enfrentan ansiedad e incertidumbre sobre lo que depara el mañana, el poder curativo del cannabis en sus diversas formas puede ser una excelente manera de lidiar con los efectos psicológicos, y quizás incluso físicos, de la pandemia, naturalmente.
Un componente particular del cannabis, un endocannabinoide llamado anandamida que se conoce como el antidepresivo natural del cuerpo, podría ser la clave para ayudar a las personas a lidiar con estos tiempos terribles.
De la palabra sánscrita ‘ananda’, que significa ‘felicidad interna’, la anandamida es un endocannabinoide que se auto-entrega por el cerebro y es metabolizado por el sistema endocannabinoide, un sistema recientemente descubierto que es responsable de la biosíntesis y es reconocido como un modulador de un variedad de procesos, desde dolor e inflamación hasta apetito y estado de ánimo.
La anandamida también es un mediador de lípidos que funciona como un ligando endógeno (una proteína que se une a un receptor) al unirse a los receptores CB1 del cuerpo, el objetivo molecular primario responsable de los efectos farmacológicos del THC.
La anandamida fue descubierta a principios de los años 90 por el Dr. Raphael Mechoulam, quien era conocido por su innovadora investigación y descubrimiento del delta-9-THC mientras intentaba descubrir por qué nuestros cuerpos contenían receptores de cannabinoides que son capaces de unirse con cannabinoides externos como CBD y THC.
Algunos hallazgos clave que los investigadores han aprendido a lo largo de los años sobre la anandamida:
– El cuerpo lo crea como es necesario para mantener la homeostasis, lo que hace mediante la regulación de la señalización de las neuronas y la inflamación.
– Su fragilidad molecular hace que se descomponga fácilmente. Como resultado, no tiende a permanecer en el cuerpo por mucho tiempo.
– Su unión con los receptores CB1 y CB2 afecta enormemente una variedad de mecanismos fisiológicos como el manejo del dolor, el estado de ánimo, el apetito e incluso la fertilidad.