El apoyo público a la legalización y regulación de la marihuana ha aumentado constantemente en todo el país durante años. Pero la reciente decisión de los funcionarios electos en California y en otros lugares de adoptar el cannabis durante la pandemia COVID-19 ha solidificado su estatus como parte del tejido dominante de Estados Unidos.
Los reguladores y legisladores en docenas de estados han designado proveedores de cannabis con licencia y sus proveedores como “servicios esenciales” para la salud y el bienestar de sus comunidades. Al tomar estas medidas, las instalaciones pueden permanecer abiertas y brindar servicio a su clientela durante los mandatos de “quedarse en casa” a nivel estatal o del condado.
Las encuestas nacionales indican que el 93 por ciento de los ciudadanos aprueba el uso de cannabis medicinal cuando lo autoriza un médico, y el 68 por ciento de los estadounidenses, incluidas las mayorías de demócratas, independientes y republicanos, creen que la marihuana debería ser legal para todos los adultos. En general, uno de cada siete adultos se autoidentifica como consumidor de cannabis. En California, al menos el 5% de los adultos reconoce usar cannabis para tratar los síntomas de una afección médica.
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Esta es la razón por la cual los reguladores estatales aquí y en otros lugares han decidido sabiamente tomar medidas para proporcionar y mantener a estos consumidores con acceso a productos de cannabis regulados por el estado y probados en laboratorio. Reconocen que estas personas vulnerables no deben ser cortadas abruptamente de sus cadenas de suministro establecidas o dirigidas inadvertidamente hacia el mercado ilícito durante esta crisis, ya que los productos disponibles allí pueden estar contaminados o adulterados y pueden comprometer aún más la salud de los pacientes. También reconocen que muchos pacientes no pueden permitirse acumular meses de medicamentos al mismo tiempo y, por lo tanto, deberán continuar haciendo viajes frecuentes a los dispensarios.
Muchos usan el cannabis terapéuticamente para el tratamiento del dolor crónico, la espasticidad u otras afecciones para las cuales tiene una eficacia bien establecida. Además, muchos de estos consumidores son personas mayores y se encuentran entre los que corren el mayor riesgo de complicaciones relacionadas con COVID.