En una conferencia organizada hace dos años por la Fundación Parkinson, muchos neurólogos tenían en mente un problema apremiante: la marihuana.
“Los médicos decían que la pregunta número uno de sus pacientes era: ‘¿Puedo usar cannabis medicinal para la enfermedad de Parkinson?'”, Recordó James Beck, vicepresidente senior y director científico de la fundación.
La respuesta no es simple, de acuerdo con un resumen de las recomendaciones de uso de dagga que surgió de esa pregunta y publicado recientemente por la Fundación Parkinson.
Los investigadores han estudiado el uso de cannabis en pacientes con enfermedad de Parkinson durante más de 20 años, pero hay pocos ensayos clínicos aleatorizados y controlados, en parte porque la droga sigue siendo ilegal según la ley federal, explicó Susan Fox, directora de neurología en Mount Sinai. Sistema de salud en la ciudad de Nueva York.
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Una ‘bolsa mixta’
Pero la creciente legalización de la marihuana ha despertado el interés. “Cuando las personas escuchan que algo está legalizado, piensan que es seguro de usar”, dijo Fox. Agregó que sus pacientes le preguntan si deberían intentar usar marihuana “mucho”.
Ese alto nivel de interés llevó a los expertos de la Fundación Parkinson a analizar todas las investigaciones existentes relacionadas con la marihuana y la enfermedad de Parkinson.
El resultado final fue una bolsa mixta.
Los expertos de la fundación descubrieron que muchos de los efectos secundarios típicos de la marihuana pueden exacerbar los síntomas de la enfermedad de Parkinson. La marihuana puede causar un equilibrio disminuido y caídas repentinas de la presión arterial, lo que puede ser especialmente peligroso para las personas con enfermedad de Parkinson, que ya son propensas a la presión arterial baja y a problemas de movimiento.
“La combinación del cannabis y la enfermedad de Parkinson puede provocar caídas, lo cual es una gran preocupación y una de las principales causas de mortalidad para las personas con enfermedad de Parkinson”, dijo Beck. Dado que la enfermedad afecta a personas de 60 años o más, una caída puede ser devastadora, especialmente para personas con una enfermedad crónica como el Parkinson.