La doctora en medicina con especialización en abuso de drogas y el sistema endocannabinoide, Raquel Peyraube fue asesora del equipo que preparó la legalización del cannabis para todos sus usos, médico, industrial y uso adulto, en 2013, durante el gobierno de José Mujica. Uruguay y las distintas regulaciones que ya existen en 33 estados de laEE. UU. han creado un efecto dominó en todo el mundo.
La experta, que ha centrado su trabajo en la aplicación clínica y en la asesoría para la legalización, asegura que, aunque un sinnúmero de países está regulando el uso terapéutico, hay deficiencias en los distintos modelos regulatorios, sobre todo en la implementación, al no haber suficientes fuentes de suministro certificadas, lo que provoca que muchos pacientes tengan que recurrir al mercado clandestino.
Peyraube es directora de Política Pública y Salud de la organización Plena Global, fundada en 2017 con el objetivo de mejorar la calidad y suministro de cannabinoides para uso médico a nivel global. Llegó a Alemania para participar en la conferencia bianual de la Asociación Internacional por el Cannabis como Medicamento (IACM, según sus siglas en inglés), una de las dos organizaciones científicas más importantes, en la que es miembro del Comité Ejecutivo. Durante su estancia en Berlín, la experta participó en actividades organizadas por la fundación Friedrich Ebert, cercana al partido socialdemócrata alemán.
¿Cuál es el panorama actual en materia de regulación?
Raquel Peyraube: El mundo va hacia la regulación lícita del cannabis, pero los médicos no han tenido la oportunidad de ser formados, debido a la prohibición que pesa sobre la planta. Se ha cometido el gravísimo error académico de no incluir lo que se ha ido descubriendo sobre nuestro propio sistema fisiológico, el sistema endocannabinoide, en los programas de estudios de las universidades del mundo.
Las medicinas cannabinoides funcionan en el cuerpo humano porque nosotros también producimos cannabinoides. El sistema endocannabinoide, que lleva 30 años de haber sido descubierto, regula todo el equilibrio del cuerpo humano, en salud y en enfermedad. Los pacientes están reclamando tratamientos que prometen traer alivio y menores efectos adversos que los tratamientos convencionales, algo que los médicos no saben aplicar. Pero hay una gran avidez en este momento. Esta ha sido la conferencia en donde he visto más médicos participando.
¿Cuáles han sido las consecuencias más graves de la política prohibicionista del cannabis?
Han sido consecuencias negativas en todos los ámbitos. Su impacto sobre la criminalidad fue favorecerla y empoderarla. Pero el peor efecto ha sido para las personas que no tienen alivio en sus enfermedades. Hay por lo menos 10 ejes de la salud humana y de la enfermedad en donde los cannabinoides pueden aportar un beneficio. Esto tiene como consecuencia que los costos de salud pública siguen siendo altísimos. No sólo tenemos un bajo nivel de efectividad ante numerosas enfermedades con tratamientos convencionales, sino que sus efectos son infinitamente más graves que los de los cannabinoides.
¿Cómo es posible que esto se haya prolongado tanto tiempo?
La prohibición ha vulnerado unos 30 derechos humanos y para hacerlo tuvo que vulnerar el derecho al acceso a la información. Se mintió, se le dio un sesgo catastrófico y pseudocientífico a la información, y se negó la existencia de un sistema fisiológico. No está incluido en el currículo universitario. Si reconocemos la existencia del sistema endocannabinoide, y que algunas enfermedades, lo que la ciencia está demostrando, tienen que ver con una falla absoluta o relativa del sistema endocannabinoide, habría que recetar cannabinoides, pero no se hace porque están prohibidos.
¿Es por eso que apenas ahora se sabe sobre sus beneficios?
No han tenido el reconocimiento de las academias o de los gobiernos, pero, en realidad, los tratamientos a base de cannabis existieron mucho antes que cualquier tratamiento farmacológico. Estaban en la farmacopea desde tiempos inmemoriales, pero, con la prohibición, se los removió de las droguerías y las farmacias. Y ahora resulta que es algo novedoso, pero siempre estuvieron allí, hasta los años 30. El efecto es potencial, no me gusta generar falsas expectativas, pero tienen un efecto potencial en muchas condiciones clínicas.
¿Qué tipo de enfermedades han sido las más afectadas por la prohibición?
En casos de dolor crónico del adulto, en la epilepsia. El 33% de las epilepsias son refractarias a tratamientos, y los cannabinoides logran incidir hasta en un 80%, reduciendo la cantidad de convulsiones, y, en el 10%, dejándolos libres de convulsiones. Si hablamos del aparato digestivo y la nutrición, tienen un impacto potencial muy importante, en trastornos metabólicos como el hipercolesterolemia (colesterol elevado en la sangre) y en la enfermedad inflamatoria intestinal y el colon irritable. Si hablamos de la piel, algunas dermatitis, el acné, la soriasis.
Otro capítulo importante son las enfermedades reumáticas, no sólo por el dolor. Algunos cannabinoides son inmunomoduladores, modulan la actividad del sistema inmunitario y hacen que el nivel de respuesta contra el propio organismo sea atenuado, como pasa en la artritis reumatoide, que cada vez padecen personas más jóvenes. No es una enfermedad que afecte solo las articulaciones, hay formas en donde hay afectación cardíaca y renal, lo mismo en el caso del lupus y las tiroiditis autoinmunes.
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¿Y en el cáncer?
Ese es otro capítulo importante. Los cannabinoides pueden tener tres usos. Uno es el acompañamiento de la quimioterapia para reducir náuseas y vómitos, y ha sido reconocido por la FDA, (responsable de la regulación de medicamentos en Estados Unidos).
El otro es el acompañamiento de las etapas terminales, es decir los cuidados paliativos, haciendo que el paciente sienta menos malestar y se desapegue del dolor y la angustia. No es distinto de lo que los médicos hacen administrando morfina al paciente en etapas terminales, para que no agonice en sufrimiento. Los cannabinoides prometen esto también.
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