Las opiniones médicas que desaconsejan despenalizar el consumo de cannabis contrastan con las voces cada vez más numerosas, incluso políticos, para legitimarlo.
El líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, que podría ser vicepresidente del Gobierno español, ya viene mostrándose desde hace tiempo favorable a que España legalice el cannabis, tanto con fines terapéuticos como recreativos, pues está convencido de que la industria de la marihuana puede reportar “ingentes beneficios” a los ciudadanos.
En una encuesta realizada por La Vanguardia este verano, a la que respondieron más de 10.000 lectores, casi el 90% se mostraban favorables a la legalización de la marihuana. Ante el posible Gobierno de coalición de PSOE-Unidas Podemos, volvemos a plantear la pregunta:
En otras partes del mundo ya se ha legalizado o se está intentando legitimar el consumo de hierba, pero no sin dificultades. A pesar de la promesa del gobernador demócrata Andrew Cuomo de legalizar la marihuana con fines recreativos en los primeros 100 días de su nuevo mandato, el estado de Nueva York tuvo que frenar el proyecto por falta de apoyo entre las propias filas demócratas.
En Catalunya, en junio de 2017, el Parlament aprobó una ley fruto de una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que reguló las asociaciones de consumidores de cannabis, así como el cultivo y el transporte de marihuana por parte de estos clubes, tras un debate en la cámara sobre su encaje constitucional.
España, paraíso del porro
El Porro es un término de la jerga para un cigarrillo enrollado con cannabis. Puede variar mucho en tamaño, una L, un ocho papeles, un biturbo, etcétera, dependiendo de la cantidad de material que se posea. En el caso de la marihuana esta puede estar sola o mezclada con tabaco. En cuanto al hachís, debido a que es resina concentrada de cannabis, se acostumbra a mezclar con tabaco o con marihuana. También se da el caso de porros de tabaco mezclados con otras drogas que no sean el cannabis, como cocaína pura o PBC (pasta base); a éstos últimos se les denomina comúnmente ‘chinos’, ‘nevaditos’, ‘punticas’ o ‘marcianos’. En España, en parte, debido al gran tráfico de hachís que existe en el estrecho de Gibraltar, este es más consumido que la marihuana, por lo general autóctona. Es por eso que a este tipo de porro de hachís se ha popularizado alrededor del mundo con el nombre de ‘spanish classic’. La colilla residual se conoce bajo el nombre de “chusta”, con frases hechas como “la chusta no disgusta” para quien le guste fumársela.
Ahora bien, en una entrevista en La Contra de La Vanguardia, el doctor Miquel Casas, psiquiatra especialista en drogadicciones, ya advertía de la peligrosidad de la marihuana: “Para los adultos, no. Pero si vas a conducir, o manejar una máquina, o desempeñar un trabajo que exija concentración…, no la tomes. En cambio, si fuma o toma marihuana un niño o un adolescente… ¡Es muy peligrosa! Científicamente sabido. Porque la marihuana contiene sustancias que interfieren el neurodesarrollo”.
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Y es que el consumo de porros entre los adolescentes españoles es un problema. En paralelo, están los efectos sobre los fumadores pasivos. Este escrito, titulado El humo del porro y publicado por Jordi Pelfort Roset en La Vanguardia, ha iniciado una polémica sobre el humo de los porros.
“Llega una edad en qué cada cual es responsable de lo que puede hacer, y, si le apetece fumarse un porro a las siete de la mañana, lo puede hacer. Es su problema. Pero, antes de encenderlo, se tiene que mirar que no haya alrededor gente mayor ni niños ni personas a las cuales los moleste el humo. No sé hasta qué punto está permitido, pero está claro que se consume cada vez más este tipo de humo”.
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