A comienzos de 2015 empezó un verdadero calvario en su vida. Producto de las secuelas de una metástasis por cáncer de mama, Nelly Valbuena se sentía esclavizada por un indescriptible dolor en la cadera y un insomnio que la tuvo casi sin dormir por periodos de hasta dos semanas. Y así, los días de esta profesora universitaria que hoy tiene 52 años se convirtieron en una sucesión de horas vacías.
Nelly, quien sufre de cáncer desde 2012, es una de las gestoras de una lucha para que Ecuador apruebe una ley que permitiría usar el cannabis medicinal –CBD o cannabidiol– con receta médica para aliviar las consecuencias de enfermedades como cáncer, epilepsia, dolores crónicos y efectos de la quimioterapia, entre otros.
La reforma al código integral penal, donde está la despenalización del CBD medicinal, fue aprobada por los legisladores el 17 de septiembre. El presidente Lenín Moreno tuvo un mes para vetar la iniciativa, pero no lo hizo, por lo que ahora queda pendiente su publicación en el Registro Oficial.
Se espera que eso ocurra antes del 17 de diciembre. Después de eso, se convertirá en ley.
No es la primera vez que el presidente muestra una posición progresista: a mediados de año también aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo.
La cruzada de Nelly inició en junio de 2016. Mientras era víctima de una metástasis que afectaba a nuevos órganos, presentó un proyecto de modificación del marco legal para despenalizar el uso del CBD medicinal. Decidió pelear por esa opción porque los parches de morfina que necesitaba a diario se habían terminado en el sistema de seguridad social y comprarlos no era una opción para ella por su alto costo. Además, cuando los usaba le provocaban efectos secundarios como vómitos, nausea, mareos y dolor de cabeza. Por tanto, “de los males el menor”, recuerda en entrevista con The Associated Press.
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“Necesitaba desesperadamente algo que me ayudara con el dolor y a dormir. Habíamos leído sobre el CBD y por eso decidimos publicar en Facebook un pedido urgente de ayuda. Tuvimos una respuesta de solidaridad maravillosa”, afirmó.
Agregó que un día llegó a su casa un médico de buena voluntad con un atomizador sublingual con CBD medicinal. “Me suministró y me quedé dormida unas 16 horas. Fue un alivio enorme. Sólo alguien con dolor y sin poder dormir sabe lo que significa eso. Es algo maravilloso que me cambió la vida”.
En su hogar no es la única que usa CBD medicinal: también lo requiere Tahis Ponce, la hija de 18 años de su esposo Alexis, quien tiene parálisis cerebral severa. Según explicó, este producto le ayuda a controlar un síndrome que le provoca risas que pueden durar horas, así como la ansiedad e insomnio.
Ante la situación, la pareja decidió convertir esas duras pruebas de vida en una puerta de esperanza y emprendió una campaña de información en los medios de comunicación. En ella expusieron su propio caso como ejemplo de la necesidad de este producto para mejorar la calidad de vida de enfermos con dolencias graves, además de brindar asesoría gratuita.
En la sociedad ecuatoriana, conservadora, aferrada a las tradiciones y fuerte convicción religiosa, cualquier cosa que sea vinculada a la marihuana sonaba como un pase directo al mundo de las drogas y las adicciones.
La legisladora independiente Lourdes Cuesta explicó a la AP que en la Comisión de Justicia de la Asamblea, en los pasos previos de la propuesta de ley, “convocamos expertos que nos explicaron que no es lo mismo la marihuana que el CBD medicinal, que este producto es de uso terapéutico”.
Dijo que también fueron invitados pacientes y familiares que explicaron que la medicina tradicional ya no les ayudaba para muchas dolencias “por tanto, que no podían tener calidad de vida, pero que el CBD terapéutico lograba eso, darles calidad de vida”.
Según el esposo de Nelly, lo aprobado por la Asamblea no sólo despenalizaría el CBD medicinal, sino que también permitiría importar, producir y la asociación alrededor de éste, lo que aliviará la situación de miles de personas. Las autoridades aún no se han pronunciado de manera específica sobre esto.
“Nuestro país es hipócrita porque en internet se puede conseguir cualquier cosa que se necesite, legal o ilegal, y más aún para que alguien que amamos deje de sufrir”, aseveró el ecuatoriano.
La ley aprobada en Ecuador permitirá el consumo del CBD medicinal mediante receta médica, algo similar a lo aprobado en países como Argentina, Canadá, Colombia, México, Paraguay, Perú, Puerto Rico y Uruguay. Este último incluso legalizó el uso del cannabis recreativo, así como en otros países es legal el porte de una pequeña dosis para consumo personal.
En otros, hay una legislación ambigua que permite el uso, como en Brasil y Chile. En 33 estados de Estados Unidos, su consumo es legal.
El investigador del CBD medicinal y científico de la Universidad Católica, Omar Vacas, señaló a la AP que en Ecuador se comercializan unas 30 marcas cannábicas nacionales e importadas en el mercado negro. Sin embargo, sugirió que cuando se tenga en las farmacias, los consumidores de este producto podrían llegar a un millón.
En entrevista con AP, Álvaro Torres, empresario colombiano cofundador de la empresa Khiron Life Sciences, la primera compañía colombo-canadiense de CBD medicinal que cotizó en una bolsa de valores a nivel mundial en junio de 2018, dijo que la industria del cannabis en el mundo “está creciendo a grandes y altos ritmos”.
“En América Latina, con una población de 625 millones de personas, hay un gran potencial para el CBD”, afirmó. En Colombia, dijo, hay unos seis millones de ciudadanos que requieren tal producto.
Vacas detalló que una planta en Ecuador puede producir 32 gramos de flor — base para la preparación de productos cannábicos– y por cada gramo se sacan 12 frascos de 15mililitros mediante maceración con aceite. Cada frasco en el mercado negro tiene un costo de 20 a 30 dólares en promedio, aunque los productos importados llegan a unos 100 dólares.
El presidente del Colegio de Médicos de Pichincha, Víctor Manuel Álvarez, dijo que su gremio apoyó la despenalización del CBD para uso exclusivo de los galenos. “Eso lo hemos apoyado y lo seguiremos apoyando, porque hay estudios a nivel mundial que revelan la eficacia de esos derivados en muchas patologías, como elementos coadyuvantes en tratamientos paliativos o preventivos”.
Aclaró que el CBD medicinal no tiene un efecto adictivo.
Ponce dijo que por le necesidad de su esposa e hija “decidimos salir del anonimato para crear un grupo de ayuda y para llevar adelante esta lucha que finalmente concede una oportunidad de mejorar la vida de pacientes y sus familias, porque una familia con cáncer o dolor, sufre tanto como el mismo afectado”.