Investigadores de la Facultad de medicina de la Universidad de California en San Diego están reclutando niños elegibles entre las edades de siete y catorce años para un ensayo clínico de fase III para determinar si el cannabidiol (CBD) reduce los problemas graves de comportamiento en niños con trastorno del espectro autista (TEA).

El CBD es un compuesto no psicoactivo que se encuentra en la planta de cannabis. Se comercializa ampliamente para obtener diversos beneficios terapéuticos, desde la reducción del dolor crónico, el acné y la ansiedad hasta el tratamiento del cáncer. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la evidencia empírica de apoyo es escasa o inexistente.
Una excepción es el uso de CBD para tratar dos formas de epilepsia severa. En 2018, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. Aprobó el uso de Epidiolex, una solución de prescripción de CBD altamente purificado desarrollado por Greenwich Biosciences, con sede en Boston, para tratar las convulsiones asociadas con el síndrome de Dravet y el síndrome de Lennox-Gastaut.
Se ha descubierto que el CBD modula los mensajes de las células nerviosas en regiones del cerebro que regulan la ansiedad, la función ejecutiva y el comportamiento, bloqueando las señales a los receptores neuronales clave que, cuando se sobreestimulan, pueden provocar convulsiones.
“Los estudios que utilizan el modelado de ASD en animales han demostrado que el CBD tiene efectos similares: los neurotransmisores excitadores se inhiben, lo que lleva a una reducción de los déficits sociales y de comportamiento característicos de los ASD”, dijo Doris Trauner, MD, profesora distinguida de neurociencias y pediatría en la Escuela de UC San Diego of Medicine y un neurólogo pediátrico asistente en el Rady Children’s Hospital-San Diego con experiencia especial en discapacidades del desarrollo neurológico. “El CBD puede tener potencial para muchas discapacidades neurológicas, pero existe un interés particular en el autismo porque los problemas de conducta pueden ser graves y limitar la capacidad del niño para aprender y socializar”.
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Trauner es el investigador principal del ensayo clínico actual: un estudio cruzado aleatorio, doble ciego que busca 30 participantes, de 7 a 14 años, con casos diagnosticados de autismo y síntomas graves. Los niños con epilepsia están excluidos del estudio. Todos los participantes recibirán pruebas de comportamiento, resonancias magnéticas y electroencefalogramas.
En la primera fase del estudio, la mitad de los participantes recibirán CBD y la otra mitad un placebo; ambos en forma de gotas orales autoadministradas con sabor. En la segunda fase, después de un período para permitir que los sistemas de los participantes se “borren”, los grupos se cambiarán con la mitad que originalmente recibió CBD obteniendo el placebo mientras que el grupo placebo inicial recibe CBD. Los investigadores no podrán ver qué participantes reciben qué tratamiento hasta después de que se completen las pruebas.
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El CBD no produce los efectos de sentirse “alto”, que son causados por tetrahidrocannabinol o THC (el ingrediente psicoactivo en la marihuana). Pero como uno de los más de 100 compuestos llamados cannabinoides en el cannabis, el CBD interactúa con el sistema endocannabinoide del cuerpo, una red de neurotransmisores que regulan diversos procesos fisiológicos y cognitivos y la respuesta al estrés.
El TEA afecta a uno de cada 68 niños en los Estados Unidos, principalmente niños. El trastorno del neurodesarrollo es complejo, con múltiples factores causales conocidos o sospechosos, desde mutaciones genéticas heredadas hasta condiciones ambientales y disfunción metabólica. Una consecuencia importante es el desarrollo anormal y el funcionamiento de la conectividad y las comunicaciones entre las células cerebrales y entre las redes neuronales, lo que resulta en muchas de las deficiencias sociales y cognitivas observadas en personas con TEA.