Un estudiante de tercer año en la Universidad Estatal de Oklahoma, se encontró mirando la pared de la sala de conferencias en la que estaba. La pintura astillada y blanquecina era fascinante. Luego fue la sudadera con capucha naranja de alguien. Entonces fue la mochila de alguien. Sus lapices.
Entonces, se acabó el tiempo. Otra final quedó sin terminar.
Johnston sufre de depresión, ansiedad social e insomnio, siendo el insomnio la dolencia que más le cuesta controlar.
“Mi mente no se apagaba”, dijo Johnston. “Pensamientos constantes corrían. Siempre estaba preocupado por algo. No era nada grande, siempre era algo pequeño que aparecía al azar en la parte posterior de mi cabeza.
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“La marihuana medicinal me ayudó a dormir un poco”.
El 26 de junio de 2018, alrededor de 507,000 habitantes de Oklahoma votaron “sí” en la pregunta estatal 788, legalizando la marihuana medicinal en el estado.
Esto dejó a las universidades en una situación difícil. Al estar financiada por el gobierno federal, la Universidad Estatal de Oklahoma no puede permitir que sus estudiantes, profesores, personal o visitantes tengan marihuana de ningún tipo en el campus o podría perder su financiamiento federal.
Esto no ha impedido que algunas personas necesiten usar en el campus.
Dylan Davis solía despertarse al mediodía antes de ir a clase. Caminando hacia la clase, Davis luchó para mantenerse enfocado en el día por delante. Cada auto que pasaba tenía que saber dónde estaba. Cada persona que escuchaba hablar, tenía que averiguar de qué estaba hablando.Davis solía tener al menos tres ataques de pánico al día debido a su paranoia.
La clase era imposible de pasar. Grandes grupos de personas que no conoce lo ponen nervioso, dijo Davis.
Los antidepresivos y los medicamentos contra la ansiedad nunca funcionaron. Los efectos secundarios fueron demasiado para manejar.
Incluso la comida solía ser difícil de comer debido a la ansiedad que sufría.
