Israel, en la vanguardia del desarrollo de la industria del cannabis medicinal, sufre una reciente escasez que afecta a los enfermos necesitados de la planta.
Muchas personas con recetas prescritas para adquirir cannabis terapéutico, legal en el país y que utilizan decenas de miles de pacientes, no han podido obtener en los últimos meses la cantidad que requieren.
Se ven limitadas a una dosis reducida, lo que según denuncian varios de ellos, les afecta en su calidad de vida y perjudica el tratamiento de su enfermedad.
Paciente dan sus testimonios
“Vivir con cannabis para sentirse mejor es un proceso difícil”, explica Applebaum, de 58 años, a quien se le diagnosticó su dolencia -degenerativa y sin curación- hace casi dos décadas.
A medida que la esclerosis se desarrolló, esta diseñadora de interiores perdió facultades físicas y tuvo que dejar su trabajo.
Sin embargo, en los últimos meses no recibe la cantidad prescrita y tampoco consigue una de las variedades de marihuana que requiere, lamenta.
“Para mí, el cannabis es un medicamento. ¿Qué debo hacer si no puedo obtener el mínimo necesario?”, se pregunta, y narra que ha tenido que recurrir al mercado negro para adquirirlo, a un precio más caro.
“Encontré un contacto de confianza que me hace un buen precio, pero otras personas están siendo estafadas”, denuncia.
Escasez
En Israel, el uso medicinal del cannabis fue aprobado en 1999. Con los años, su acceso se ha facilitado, y hoy unas 40.000 personas tienen permiso del Ministerio de Salud para consumirlo.
Pero, hace unos meses, la principal empresa que proveía marihuana terapéutica, Tikun Olam, cerró temporalmente para adaptar su producción a estándares del Ministerio de Salud y por el traslado de su principal plantación.
También ha influido en la carencia la puesta en marcha de una reforma de la normativa que requiere comprar el producto en farmacias, y no directamente a los proveedores, como se hacían antes.
“Hay una escasez muy grave”, denuncia con impotencia David Pappo, propietario de una farmacia de la localidad de Ramle, frustrado por tener que decir a sus clientes que no tiene suficiente marihuana para venderles.
Con el nuevo sistema, solo dos compañías están distribuyendo el producto y, tras el cierre temporal de Tikun Olam, estas no alcanzan a satisfacer la demanda.
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