La historia que te cuento hoy, se refiere a los vuelos que he tenido al ver cine surrealista y en este caso voy a escribirte sobre las experiencias al ver esta película dirigida por Luís Buñuel, la cual inicia con la frase “Erase una Vez…” en la primera oportunidad, estaba en una clase de arte y había llegado muy colocada, al ver la escena del corte del ojo fue como si hubiesen echado sobre mí un balde de agua full hielo, quedé congelada. Luego durante la escena de los sacerdotes siendo arrastrados por un piano, más un perro muerto, me preguntaba como de una escena “lasciva” entre los protagonistas, se pasaba a una de este tipo bien grotesca.
Tuve la oportunidad de verla por segunda vez en casa, con mis amigos y fue una experiencia bien divertida, pues, ya en algún momento de nuestras vidas habíamos visto la película y la conversamos en medio de una fumada colectiva. Es decir, ya sabía incluso en cual escena detenerme un poco más para conectarme con el viaje que Buñuel propone en esta película.
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Lo interesante de ver esta película fumando o con un colocón, es que los sentidos se abren más hacia procesos reflexivos y creativos, derivados de observar el tratamiento cinematográfico que ofrece el director y su grupo de actores entre los que destaca el propio Buñuel, Dalí y Federico García Lorca. Es una delicia, visual y sonora, que logra mantener la atención y permite además transitar en diversos niveles del inconsciente.
Luego de ver esta película, generalmente me quedan ideas e imágenes dando vueltas en la cabeza que luego desarrollo en textos como este, para contar historias divertidas y creativas de situaciones que me ocurren en mi diario transitar citadino. Así que si tienes la oportunidad de encontrarte con una película surrealista y sobre todo con Un Perro Andaluz, aprovecha de darte unas buenas bocanadas antes, durante y después de verla.