El cannabis para uso medicinal, pese a ser aprobado por la Ley Nacional 27.350, sigue siendo objeto de debate y controversias en toda la Argentina.
En 2017, la ley autorizó la producción de cannabis a varios organismos científicos estatales con fines de investigación, pero no así el cultivo particular, que sigue siendo castigado con prisión.
En la Comisión de Salud de la Legislatura misionera entró ayer en debate el autocultivo del cannabis con el objetivo de que los diputados apoyen la iniciativa. Desde un sector aseguran que el proceso de elaboración de aceites y productos derivados de la planta debe ejecutarse bajo estrictos tratamientos tecnológicos y sanitarios que demandan al menos doce años de investigación.
Por otro lado, los pacientes con diversas patologías aseguran que no pueden esperar tanto tiempo para que el producto salga a la venta, ya que en el proceso, continúan sufriendo convulsiones, dolor y otras tantas consecuencias de sus patologías que pueden aliviarse con el consumo del aceite.
A eso se suma el precio de los aceites y productos importados de cannabis, que en Argentina se consiguen a partir de los 400 dólares aproximadamente. Además, los consumidores aseguran que el aceite comprado no surte efecto. Muchos incluso mandaron a analizarlos y detectaron que el producto contiene un escaso porcentaje de cannabinoides.
Por eso, se ven obligados a cultivar y elaborar artesanalmente los productos que necesitan consumir a diario para sobrellevar sus enfermedades y mejorar su calidad de vida desde el marco ilegal.
“Si quieren, pueden crear un registro y controlarnos diariamente. Yo sólo quiero vivir bien”, manifestó Susana Bartz, que padece fibromialgia y artrosis severa, en diálogo con El Territorio. “No tenemos la posibilidad de cultivar y es lo único que pedimos. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) no me permite ni siquiera inscribirme, me piden que intente hacerlo solamente para dejar precedente. Y eso no sirve, porque no me resuelve el problema. Mientras tanto, ¿qué me ayuda a sobrellevar mi enfermedad?”, agregó.
Al testimonio de Susana se suma el de Helga Knoll: “Mi hija Sofía (9) nació con una disfasia en comprensión del habla y epilepsia. Estaba medicada con ácido valproico y no encontramos nunca el resultado que necesitaba. Hace tres años comencé a darle aceite de cannabis, que yo misma produzco y eso, le cambió la vida por completo”.
Y continuó: “Sofía se hizo un electroencefalograma antes de empezar a consumir aceite de cannabis y al año se realizó el mismo estudio, ya con el tratamiento, y mi nena tiene un 80 por ciento de mejoría. En el día a día lo veo”.
Además, expresó su preocupación porque “ahora me piden que espere no sé cuántos años para que salga el producto a la venta, pero Sofía no puede esperar, porque mientras tanto, convulsiona y sufre”.
La Provincia adhirió a la normativa nacional a través de la Ley Provincial 104 con la creación de un Registro al que pueden acceder e inscribirse. Posteriormente, por la Resolución 133, promulgada en junio de este año, se pone en vigencia el ingreso de cannabis para todas las patologías, porque anteriormente sólo se permitía a personas con epilepsia refractaria. Desde entonces, toda práctica que pase por fuera del registro y fuera del ingreso es reconocida como ilegal.
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