Unos padres de familia originarios de Allen, reclaman que la obra social Ipross no esta cubriendo el tratamiento de aceite derivado del cannabis el cual es necesario para tratar la epilepsia.
La niña de siete años, tiene que usar casco contra caidas, María Inostroza, madre de la pequeña está angustiada ya que asegura que sin esta medicación las convulsiones que sufre la menor aumentaron más de un 50%.
“Ella convulsiona cuando despierta, luego de dormir unos minutos comienza a convulsionar, esto pasa todos los días”, contó Inostroza.
La pequeña va a una escuela especial de Allen y hace cuatro años la están tratando en el Hospital Italiano de Buenos Aires
Hace un tiempo los médicos le recomendaron que comenzara a usar un aceite de cannabis medicinal importado de México. “Acá no hay droguerías que trabajen el cannabis medicinal”, manifestó la madre.
Mencionó que se hicieron los trámites en el Anmat para importar el producto. “Los primeros dos frascos los pagó Ipross en marzo del año pasado”, contó.
En noviembre se acabó el aceite de cannabis y presentaron la documentación a la obra social de Río Negro pero no tuvieron respuestas, aseguró Inostroza. “Llamamos a la delegación de Allen y a Viedma pero nos tienen a las vueltas”, dijo.
“Cuando Jazmín comenzó a usar el aceite se notó un gran cambio en su salud, se redujeron en un 50% las convulsiones”, detalló. La madre contó que hace unos días la pequeña tuvo un ataque de 22 minutos ya que no había ingerido el cannabis medicinal.
Mencionó que le cuesta caminar y que cuando corre se cae. “Cuando toca un elemento se cae porque tiene una convulsión refleja”, dijo.
Por este motivo la pequeña usa siempre un casco en su cabeza para protegerse en caso de algún golpe.
“Antes de empezar el tratamiento con el aceite tenía seis convulsiones por día pero luego disminuyeron a dos”, contó. Los dos frascos cuestan cerca de 400 mil pesos, informaron los padres a Río Negro.
Además de que Jazmín no tiene su cannabis su madre mencionó que tampoco pudo hacerse un control médico en el Hospital Italiano de Buenos Aires.
Contó que su hija tiene un implante con un cable conectado al cerebro que es un estimulador que en su momento pagó la obra social. En noviembre tenían que ir a un control del implante al Hospital Italiano pero, desde la obra social “nos informaron que no había plata para pagar el traslado en avión ni el alojamiento y perdimos el turno”. declaró.