Fumar un porro o comer un alimento podría resultar en momentos relajantes en el sofá, tal vez desplazarse por Netflix hasta que otra inhalación lo ayude a quedarse dormido.
Esta creencia es generalizada: según una encuesta nacional de 2017, aproximadamente el 47% de los estadounidenses cree que la marihuana ayuda a controlar la ansiedad.
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Utilizada efectivamente, la marihuana ciertamente puede beneficiar a los pacientes con ansiedad. Un estudio de 2018 en el Journal of Affective Disorders informó que alrededor del 90% de los participantes experimentaron una reducción en los síntomas de ansiedad, estrés y depresión a corto plazo. Sin embargo, el uso repetido no causó ninguna disminución a largo plazo en los síntomas basales y podría aumentar la depresión con el tiempo.
Sin embargo, a dosis altas, algunos estudios muestran que la marihuana puede empeorar la ansiedad. Esto se debe al tetrahidrocannabinol (THC), el cannabinoide que causa el efecto psicoactivo de la marihuana. El THC hace que su corazón lata más rápido y lo lleva a pensamientos acelerados, los cuales pueden exacerbar la ansiedad. A veces, escuchas a alguien con ansiedad fumando un porro en una fiesta, pensando que aliviará los síntomas. En cambio, les hace sentirse peor y rechazan el cannabis como terapéutico.