El gobierno turco ha hallado una nueva salvación al que fiar su destino: el cannabis o “el tesoro verde”, como lo definía el diario Yeni Safak, uno de los medios más cercanos al Ejecutivo islamista turco.
El cultivo de esta planta, de larga tradición en Anatolia, había muerto prácticamente en las últimas décadas debido a las regulaciones antinarcóticos, pero ahora, por impulso personal del presidente Recep Tayyip Erdogan, se pretende recuperar y estimular su producción para uso industrial.
“Recuerdo a mi mamaíta que en casa tejía bolsas que usábamos para hacer la compra. No las tirábamos y las reutilizábamos. Eran ecológicas. Se hacían con cannabis”, dijo Erdogan en un emotivo discurso el pasado mes de enero. Sus palabras llegaban una semana después de que se iniciase una campaña para reducir el uso de plástico promovida junto a la Unión Europea, para sustituir las bolsas de este material por alternativas menos contaminantes.
“En la provincia de la que viene mi familia, Rize, había cannabis. Pero aquellos a los que creíamos amigos y eran en realidad nuestros enemigos arrancaron la planta de mi país y de mi Rize”.
El plan de desarrollo del cannabis pasa por autorizar su cultivo mediante programas piloto en 20 provincias del país y progresivamente ir aumentando su número. “Ampliaremos también las licencias comerciales según la demanda que veamos. Además, hay un proyecto de investigación conjunto entre el Instituto de Investigaciones Agrícolas de Samsun, la Universidad 19 de Mayo y TÜBITAK [el centro estatal de investigaciones científicas], que, una vez concluido, compartiremos con los productores y todos los implicados en el sector”, anunció en enero el ministro de Agricultura turco, Bekir Pakdemirli.
Te sugerimos: Té Arizona venderá bebidas cannábicas