Ser feliz no es que las cosas vayan bien, es que sabes olvidar las imperfecciones, así comienzo esta historia con una frase de Bob M. Esto lo hago, porque cuando he conversado con Uno siempre hace remembranza sobre él y su amigo fumeta de la adolescencia. Me ha contado por ejemplo que en sus inicios como Ganyero citadino junto a su mejor amigo, se escapaban de sus padres, para caminar por calles y avenidas mientras disfrutaban de un buen porro.
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También me ha comentado, como descargaban sus vuelos jugando futbol o las carreras, otra de sus historias me remiten a aventuras psicoactivas de muchachos que en sus inicios poco sabían administrar los humos cannabicos, sin embargo, dice que lo interesante de estos encuentros de fumetas adolescentes es que ya siendo adultos recuerdan sus vuelos y voladas, a veces torpes otras veces más divertidas, pero siempre con una carga buenas energías para compartirla entre pares.
Una de las anécdotas que recuerda con mayor cariño mi amigo Uno, es el salirse de sus casas caminar largos trechos por avenidas subirse a los techos de las paradas de buses en las noches para compartir bocanadas y luego echarse a admirar las estrellas mientras la conversa se les tornaba interesante sobre el futbol, las carreras, el básquet, la música compartida. Así como las aventuras que tenían juntos y las que tenían con el resto de sus amigos.
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Por ello lo más importante en cada historia de mis amigos ganyeros citadinos, es su perspectiva de como contar la historia, como olvidar las imperfecciones que cada uno de nosotros (as) tenemos como seres humanos para que antes, durante y luego de cada fumada compartida con personas cercanas, amigos (as) parejas o familiares, tengamos en cuenta que ser feliz se trata precisamente de eso con lo que abrimos al principio más que las cosas vayan bien, se olviden las imperfecciones de cada uno de nosotros (as) y seamos capaces de comprender nuevas realidades concretas y espirituales.