Aunque sea otoño eso no significa que tu planta se tenga que poner amarilla. En este artículo te damos alguna de las soluciones para evitarlo.
Hay que tener en cuenta que las razones por las que una planta amarillea son múltiples, algunas incluso son positivas. Sin embargo, ver cómo las hojas se ponen amarillas no suele ser una buena señal.
Toma esta pequeña guía como lo que es: sugerencias para evitar que se estropee, pero ni están todos los motivos ni se detallan de forma minuciosa.
Le falta luz
La forma en la que una planta toma energía es mediante la fotosíntesis: recibe luz y emite CO2. El círculo de la vida de estos seres. Si no tienen luz suficiente las hojas comienzan a amarillear. En muchas ocasiones, las luces artificiales no son suficientes.
La solución: Incrementa la luz mediante HID (Hight Intensity Discharge). Los LED son decentes pero no son lo mejor (aunque posiblemente mucho más asequibles), también consumen menos energía.
Le sobra o le falta agua
El ciclo vital de la marihuana es de periodos secos con otros húmedos. La chlorosis (el color amarillo de la planta) aparece cuando le sobra o le falta agua.
Aunque suene como una obviedad, riega cuando haga falta, retira cuando sobre. Pero para poder saber cuándo toca qué lo mejor es aprender con mucha práctica pues este tipo de necesidades solo pueden ser aprendidas mediante conocimiento directo.
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pH desequilibrado
El hidrógeno potencial o pH, mide la alcalinidad o la acidez del suelo de la planta. La escala va del 1 al 14 siendo el 7 neutral, el 1 muy ácido y el 14 muy alcalino. El pH debería situarse entre el 6-7 en suelo y 5.5-6.2 en hidropónico. La única manera de saber cómo está el suelo es mediante un medidor de pH. Hazte con uno. Una vez que determines qué le falta añade los nutrientes necesarios para equilibrar la alimentación.
Déficit de nutrientes
Las deficiencias de nitrógeno y hierro suelen ser las más habituales en las plantas. Ambas causan que las plantas amarilleen, aunque esto también podría ser por otro tipo micronutrientes necesarios.
Lo mejor por lo general es dar de comer a la planta un concentrado de nutrientes alto en nitrógeno. Lo habitual es usar botellas NPK (nitrógeno (N), fosforo (P), y sodio (K)). Elige uno que sea potente para comenzar: suelen ser los que están pensados para el “crecimiento” y no aquellos que se usan para “florecimiento”.