Cuando mis amigos, vienen a casa, me alegra mucho, porque sé que es una visita ganyera en la que todos vamos a disfrutar de un buen canuto y al mismo tiempo nos divertiremos contando historias que nos han pasado o recordar las que hemos vivido juntos o las que comenzamos a construir durante la fumada en la que estemos. En una oportunidad que llegaron a la casa esto fue lo que ocurrió.
Mis amigos Dos y Tres, luego del trabajo llamaron para un encuentro fumeta para las 7 de la noche, les dije que los esperaría con la bandeja servida. –Porros- Esa noche, era el bautismo ganyero de un nuevo compañero fumeta, que trabajaba con ellos. Al llegar a casa, le indicaron al nuevo compañero una serie de instrucciones para realizar una reverencia antes de proceder a la fumada.
La primera instrucción, fue quitarse los zapatos y las medias, seguido de ello juntar las manos como si estuviese orando, tercero, inclinar la cabeza y contar hasta tres. Otra instrucción, caminar en punta de pie en línea recta y dar un salto cada 2 minutos mientras caminaba hasta llegar al santo ganyero, que mis amigos habían escogido, un móvil de figuras de animales, hechos con arcilla. También debía tomarse de manera consecutiva 3 vasos de agua y preguntarme donde está el canuto que se iba a fumar, sin siquiera habernos presentado.
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Todas estas instrucciones, fueron cumplidas al pie de la letra, por parte del invitado e iniciado que los chicos habían traído a casa. Este ritual de reverencia, que mis amigos se inventaron duró alrededor de 20 minutos, para finalizar todo este proceso de reverencia al santo ganyero, yo debía hacer el encendido del porro lanzar las primeras bocanadas, mientras mis amigos Dos y Tres luego de muchas carcajadas por el ritual de reverencia le preguntaban al nuevo fumeta, cuantas cosas eres capaz de realizar por una bocanada.