Debido a las manipulaciones genéticas en el campo de la biotecnología que han generado cultivos en laboratorios bajo técnicas modernas, ahora la marihuana está siendo “cinco veces más poderosa y adictiva que la tradicional”.
“La de ahora es mucho más fuerte” aseguran consumidores y ex consumidores mirandinos de marihuana entrevistados por los expertos de la Cátedra Libre Antidrogas (Cliad), la razón: el cannabis (manipulado con injertos, super-semillas, cuidos extremos, influencias transgénicas) es 5 veces más potente que hace medio siglo.
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Hernán Matute Brouzés, profesor de la Cliad, tiene la presunción que la llamada “supermarihuana” ya se está consumiendo en nuestro país, por lo que pidió a las autoridades encender la alarma preventiva.
“Sabemos que esta droga ocasiona disturbios mentales severos, precipita los ataques de esquizofrenia, distorsiona la percepción, los tiempos de reacción son más lentos y propicia la pérdida de la coordinación y de la habilidad para el manejo, daña el sistema cardiovascular (riesgos a ataques cardíacos) y el respiratorio (enfisema y bronquitis); desarrolla el síndrome amotivacional, pérdida de la memoria y de la concentración, entre otros múltiples y complejos efectos sobre la salud física y mental del consumidor”, dijo.
Según un estudio de la Coordinación Nacional de la Política de Drogas, que tiene su sede en Suecia y el soporte del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT), señala que los niveles de THC (Tetrahidrocannabinol), el componente psicoactivo más importante del cannabis, ha pasado del 5% aproximadamente, a estar por encima del 20% (24%), es decir, 5 veces más potente.
Esto nos lleva a pensar que la marihuana que se consumía en la década de los 60, era cinco veces menos potente que la que se está consumiendo hoy, cuando el producto viene manipulado por técnicas que mejoran el cultivo de dicha planta generando una marihuana de alta potencia.
Matute Brouzés solicitó a las autoridades públicas; a los investigadores y científicos en el área, que examinen y evalúen la calidad, estructura y composición de las marihuanas que se están consumiendo en el país, y sobre todo en el este de Caracas y municipios mirandinos como Los Salias donde el consumo es alto, para saber si ya está en el país la “Supermarihuana”.
Al llamado se suma el docente Alberto Campos, profesor de un conocido liceo ubicado en San Antonio de los Altos. Asegura que el consumo de este tipo de droga es alto en la zona, “solo basta con recorrer alguna de nuestras urbanización de noche o parque para observar a los jóvenes quienes desde un tiempo para acá admiten sin problema que fuman”.
Agregó que las historias de chamos que son sorprendidos en los baños de las instituciones educativas y hasta de los centros comerciales fumando son de larga data, “lo que preocupa ahora es que estos chicos están consumiendo una droga mucho más potente, mientras que las autoridades hacen poco, por no decir nada, para detener esta realidad”, dijo.
Tanto la Policía de Miranda, como los cuerpos de seguridad de los municipios Guaicaipuro, Carrizal y Los Salias, reportan a diario la captura de jóvenes con edades comprendidas entre los 17 y 26 años portando envoltorios de la referida droga.
“Hay quienes aseguran que esta droga es menos dañina que el mismo cigarro, lo que es totalmente falso, el consumo de marihuana puede conducir a serios desórdenes mentales”, agregó el docente.
Según un informe emitido por la Casa Blanca, por medio de la Oficina Nacional de Control de Drogas (White House Office of National Drug Control Policy), el uso habitual de esta consigue empeorar depresiones y puede desembocar en desórdenes mentales más serios como la esquizofrenia, la ansiedad y el suicidio.
El problema se agudiza porque, según el informe, millones de adolescentes la consumen o la han consumido alguna vez, por lo que se agravan tendencias hacia la desesperanza y una pérdida de interés en las actividades diarias.
Según la investigación, más de dos millones de adolescentes se sintieron deprimidos en algún momento durante el año anterior, lo que los hace vulnerables ya que la probabilidad de consumo de antidepresivos y de drogas ilícitas se duplica en este grupo con respecto a los adolescentes que no sufrieron este tipo de depresiones en ese mismo periodo.