Todos sabemos que nuestra forma de vida actual consume vorazmente los recursos naturales: desaparecen grandes extensiones de bosques, se agota el petróleo, minerales, agua, etc. La lista podría continuar. Esto no es nada nuevo, mucho menos un mito. Es algo comprobado.
Según el informe Planeta Vivo 2012, publicado por la organización ecologista internacional WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza), si continuamos a este ritmo, “para 2030 necesitaremos recursos equivalentes a dos planetas para mantener a la población mundial”. Esto indica que nuestro presupuesto ecológico está en números rojos.
Por lo tanto, la necesidad de explotar recursos de maneras más responsables, así como buscar materiales de fácil renovación, es prioridad mundial.
Quizás te sorprenda saber que la marihuana es un material que cumple dichas expectativas.
¿Cómo es que tal planta, estigmatizada por su empleo “libertino”, podría ser una alternativa ecológica? Para empezar, te diremos que su uso en la industria constructora reduce emisiones de carbono, es completamente renovable e incluso sustituye a la madera.
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Los desechos del cannabis, transformados en materia prima
La marihuana es sin duda la planta más controversial en el ambiente político mundial. Su actual aceptación no es inmerecida, pues sus múltiples beneficios son innegables en diversos sectores. Como sustancia psicoactiva-recreativa, es mucho menos dañina que el tabaco o el alcohol. En cuanto al uso medicinal, ha ayudado a muchas personas a combatir diversos padecimientos: esclerosis múltiple, epilepsia, cáncer, trastornos mentales, entre otros. No sería exagerado decir que en este ramo, sus resultados tangibles le han dado más fama que algunas campañas liberales. Gracias a ello, el día de hoy existen gigantescas industrias de la marihuana operando en un marco completamente legal.
Sin embargo, ¿qué tiene que ver lo anterior con vivir en una casa hecha de marihuana? Para citarte un ejemplo bastante claro, estas industrias de la marihuana también producen cantidades fuertes de materiales sobrantes, que si bien no pueden utilizarse para fines medicinales o recreativos, sí poseen cualidades un tanto más físicas.
Estos desechos de cannabis son ahora utilizados y aprovechados como materiales de construcción para edificar casas. La empresa Heavengrown, dirigida por el ingeniero mexicano Stephen Clarke, los importa de países como Holanda, Alemania, Uruguay, Francia y Canadá.
Esta adquisición foránea en México, tiene una explicación lógica: las regulaciones locales.
Clarke, en entrevista para La Diaria, comentó:
“La ley de salud dice que todo el cannabis es ilegal en México. No se permite la siembra, no se permite el cáñamo, nada. Pero hay una zona gris que permite la importación de cáñamo. Naciones Unidas ya dijo que el cáñamo no es una sustancia prohibida, la cosa es que México no ha actualizado sus libros”.
Heavengrown, pionera en la construcción de casas en México, emplea materiales completamente renovables, respetuosos con el entorno natural. En su sitio web puede leerse:
“Nos dedicamos a hacer construcciones que son amigables con el medio ambiente. Somos la primera empresa en introducir el cáñamo industrial como material para construcción en México. Las increíbles propiedades de este material han hecho que sea una excelente alternativa para reducir la huella ambiental en las construcciones”.