Hay una manera científica de clasificar el cannabis y otra más “vulgar”. En la científica tenemos la cannabis sativa, índica o híbrida. Esta clasificación responde a la morfología de la planta o a los efectos que produce. En la vernácula, o popular, encontramos otras tres: Kush, Haze y Purple. Esta diferencia es menos precisa y tiene que ver con la procedencia, el sabor o el olor de una variedad.
El Kush tiene su origen del cannabis que crece en las montañas Kush, situadas entre Paquistán y Afganistán. Cuando una planta se dice que es “Kush” debería tener alguna de estas propiedades:
Hojas y tallos de color verde oscuro con algún toque púrpura. Los pistilos suelen ser de colores anaranjados (bronce u óxido) Los cogollos suelen ser densos y fornidos y vienen de plantas gruesas.
El tema del olor no está tan claro porque la gama es amplia, desde el olor a tierra al incienso pasando por olor a flores más convencional o el del pino. Muy fino debe ser tu olfato para diferenciarlo.
El sabor suele ser térreo y a cítrico. Sus efectos suelen ser sedativos. Una de las variedades más conocidas (y menos probable que cuando adquieres una sea realmente una) es la OG Kush.
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El gran problema de una diferenciación basada en el conocimiento popular es que es difícil saber si una kush es realmente Kush: el cruce genético entre plantas que se da constantemente provoca que los olores, sabores o efectos sean bien distintos si atendemos solo a las apariencias.
Algunas de las plantas “kush” más populares, además de la OG Kush, son: Bubba Kush, Purple Kush, Skywalker OG y Master Kush.
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