Era la primera vez que sucedía algo semejante. Debido a ello, el interés era palpable la semana pasada, cuando el Consejo Canadiense para las Américas (CCA) organizó en Toronto un evento que tuvo como plato fuerte la presencia de los reguladores de una decena de países del hemisferio, encargados del tema del cannabis medicina.
Aunque a primera vista la escogencia del lugar puede sonar sorpresiva, quien sabe del asunto lo ve como algo lógico. No solo Canadá adoptó hace un año una de las legislaciones más liberales del mundo con respecto al uso de la planta, sino que buena parte de las inversiones que han llegado a otros países y suman centenares de millones de dólares, comenzando por Colombia, provienen de la nación de la hoja de arce.
“Vemos al cannabis como un manera de conectar de diferentes maneras a Canadá con América Latina y el Caribe. Esa conexión necesita ser reconocida y discutida”, anotó Ken Frankel, el presidente del CCA.
Para nadie es un secreto que las posibilidades curativas de la marihuana y el cáñamo han creado una especie de fiebre del oro en la comunidad de negocios, al igual que una enorme expectativa del lado de los pacientes. Desde el punto de vista del mercado, los cálculos hablan de más de 100.000 millones de dólares en ventas para 2025. Desde el punto de vista terapéutico, las aplicaciones van desde el tratamiento de dolores, náuseas o epilepsia.
Todo lo anterior requiere establecer las reglas de juego, lo cual no es sencillo. Parte de la complejidad es que en algunos países se permite la siembra del cannabis, tanto con propósitos recreativos como medicinales.
En otros, como pasa en Colombia, está autorizada la segunda más no la primera o viceversa. De otro lado, los permisos que conceden las autoridades todavía no se extienden del todo a medicinas, aunque la tendencia es creciente en lo que atañe a producción y exportaciones de derivados.
“Estamos recorriendo una curva de aprendizaje”, señaló Martín Rodríguez, director del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca), de Uruguay. Por ejemplo, Brasil apenas está comenzando con la expedición de una política, mientras que en México hay una ley que se discute en el Congreso y sería aprobada en las próximas semanas, la cual daría un marco único para los diferentes eslabones de la cadena.
“Todos estamos aprendiendo”, agregó Julio César Aldana, director del Invima. De acuerdo con el funcionario colombiano, no hay un modelo a seguir porque tanto en el mundo en desarrollo como en el desarrollado, apenas se comienza a explorar el camino. Por tal motivo, insistió en que lo más importante en la etapa actual es “tener unidad de criterios”.
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