El Congreso de los Estados Unidos envió la pasada semana un poderoso mensaje a la nación, incluyendo Puerto Rico. En una histórica votación, miembros del Comité de lo Jurídico de la Cámara de Representantes federal votaron, casi dos a uno, a favor de eliminar el cannabis de la lista de sustancias prohibidas.
Este es un paso sin precedentes con miras a fomentar un mayor entendimiento de esta planta y allanar el camino para su uso más amplio en áreas como la medicina, aplicación de la ciencia y la investigación y desarrollo.
El Proyecto de la Cámara federal 3484, de ser aprobado por el pleno y firmado por el presidente estadounidense Donald Trump, además de remover el cannabis de la antes mencionada lista, permitiría a los estados y jurisdicciones la discreción de regular su utilización, marcando así un cambio histórico.
Además de otros factores, el proyecto permitiría ampliar el espectro de especialistas de la salud que pueden recetar el cannabis a pacientes para lidiar con condiciones médicas. De convertirse en ley, esta medida libera, por ejemplo, a los médicos asociados a programas que reciben fondos federales, tales como los que cuidan a veteranos, para incluir dosificaciones de cannabis como parte de sus tratamientos médicos.
También permitirá que la banca pueda entrar en pleno a este novel y nesciente mercado en la Isla, uno que tiene el potencial de aportar sobre $100 millones al erario todos los años, para empezar.
Esta es una oportunidad singular para Puerto Rico y nosotros debemos tomarla.
Es hora de comenzar un debate profundo en nuestras instituciones, en el gobierno y la academia, al igual que en la sociedad civil sobre la importancia que tiene esta acción congresional para así estar mejor preparados para afrontar cualquier cambio que venga.
El cannabis, como instrumento de investigación médica para ayudar a nuestros pacientes, es una realidad, a medias o en proceso lento en Puerto Rico. Con esta legislación se abriría las puertas a un universo de pacientes que, aunque necesitan de este tratamiento, no pueden recibirlo.
Además, crearía la zapata para el establecimiento de una verdadera industria de Investigación y desarrollo dirigida a la creación de nuevos productos y/o medicamentos basados en los componentes del cannabis.
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Tanto la comunidad científica en la Isla como la industria de la salud tienen que estar de plácemes con esta legislación. Pero nadie se beneficiará tanto de esta urgente apertura como nuestros pacientes.
Es momento de dar un paso al frente a favor de nuestros pacientes, es tiempo de ingresar al debate en el Congreso, proponiendo ideas y conceptos que ayuden a agilizar la aprobación de la medida.
La puerta se abrió, es hora de entrar por ella para promover el buen uso de la planta medicinal de cannabis y sus virtudes.
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