El verano para el cultivador de interior suele ser un mes de descanso. Debido a las elevadas temperaturas, salvo que se cuenten con sistema de aire acondicionado y paneles LED, se puede hacer muy complicado el cultivo y especialmente la fase de floración. Es por ello que mucho únicamente lo dedican al cultivo en exterior y al mantenimiento de sus plantas madre en interior, preparándolas para cuando la bajada de temperaturas permita de nuevo encender las lámparas.
Una planta madre es toda aquella que mantenemos en constante estado vegetativo y a cambio nos dará un número ilimitado de esquejes. Una planta madre puede mantenerse durante décadas. Y además como cualquiera de sus esquejes nos puede garantizar una planta madre, podríamos mantenerla mucho tiempo más. Aunque también es cierto que las plantas como los humanos crean senectud y con el tiempo pierden cualidades. Pero como ejemplo, tenemos las famosas Black Domina “barraquera” o Critical “Bilbo”. Son genéticas que ambas cuentan con más de 20 y 15 años respectivamente y sus clones siguen dando muchas alegrías a quien tiene la ocasión de cultivarlos.
La opción más fácil para tener una planta madre, es ir renovando cada poco mes. Es decir, cada vez que le saquemos esquejes, quedarnos con uno del cual volveremos en unas semanas o meses sacar otra buena tanda de esquejes. Pero como esto con el paso del tiempo causa degradación en la genética y se podrá observar cómo principalmente su producción, comienza a menguar levemente. Lo ideal siempre será contar con una planta madre de cada variedad y cuidarla para que nos dure años. Además, siempre se debe ser previsor y conservar un esqueje por si cualquier motivo la planta madre fallece. Éste esqueje sí que podemos ir renovándolo a medida que vayamos sacando nuevas generaciones.
Lo primero siempre es proporcionarle a nuestra planta un buen sustrato donde asentar sus cimientos. Unas raíces sanas, siempre será sinónimo de una planta sana. Así que no debemos escatimar y usar el mejor sustrato posible. No debemos olvidarnos por supuesto de una buena capa de drenaje, ya que la planta como decimos lo usará durante mucho tiempo y conviene que con la cantidad de raíces que acumulará, el agua continúe drenando fácilmente.
Como siempre, que tenga una gran cantidad de nutrientes o no llega a ser indiferente. Será inevitable tener que usar habitualmente abonos líquidos. Los trasplantes hasta cierto punto pueden ayudar a aportar una nueva cantidad de nutrientes sólidos, pero llegará un momento en que sea imposible seguir usando macetas más y más grandes. Para una planta madre, una maceta de 3-5 litros es suficiente. Incluso menos si se cultiva en fibra de coco. Ocupará poco espacio y permitirá el mantenimiento de varias plantas madre en espacios reducidos, que es lo más habitual en los cultivadores.
Para que una planta madre produzca gran cantidad de esquejes, las podas y guiados son obligatorios. Las podas se suelen aprovechar los momentos en los que se saca algún esqueje, siempre dejando los suficientes brotes en la planta para que continúe ramificando. Los guiados simplemente consisten en abrir las ramas para dejar espacio libre para una buena penetración de la luz y que los nuevos esquejes crezcan más cómodos y fuertes.
Con el paso del tiempo las raíces colonizarán todo el espacio disponible de la maceta. Esto puede llegar a ser un riesgo de asfixia, por lo que las podas de raíces también son muy necesarias. Para ello debemos extraer la planta de la maceta y eliminar con un cuchillo o cuchilla muy afilada aproximadamente un 30% de la masa radicular, tanto en los laterales como en el fondo. El nuevo sustrato que añadiremos, garantizará de nuevo un crecimiento fuerte, una gran cantidad de esquejes y las raíces de nuevo se volverán a sentir cómodas en un espacio aún poco colonizar.
Fuente: La Marihuana
Te recomendamos: Aprende a eliminar las babosas y caracoles en la marihuana