Uno de los errores más habituales entre los novatos es cocinar la marihuana en crudo. Algo que nunca debemos hacer ya que podemos sufrir el riesgo de tener una indigestión. El cannabis es liposoluble y no hidrosoluble, esto significa que no se puede disolver en agua ya que solo conseguiríamos hierba mojada.
Por el contrario, al disolver la marihuana en grasas como el aceite, mantequilla u otros lácteos lograremos extraer todas las propiedades del tetrahidrocannabinol (THC). De este modo el THC se adherirá a las partículas grasas y disfrutaremos al máximo de la cocina cannábica.
Cocción
Otro de los principales errores durante las primeras veces que preparamos mantequilla de cannabis o aceite de cannabis (dos básicos para la mayoría de recetas) es pensar que esta lista cuando adquiere un tono verde. Los tiempos en la cocina son muy importantes y, en el caso concreto de la mantequilla cannábica hemos de removerla durante 30 minutos a fuego lento hasta que adquiera un estado uniforme y homogéneo.
THC se evapora
Por otra parte, es recomendable que, durante la preparación de recetas con mantequilla cannábica, utilicemos la tapa en nuestros guisos. Puede parecer obvio pero el vapor que sale de la olla arrastra nuestro THC y el resto de cannabinoides.
Temperatura
Otro punto a tener en cuenta es la temperatura. Igual que sucede en la cocina sin cannabis, es recomendable cocinar a baja temperatura antes que subir los grados para que se haga más rápido. Concretamente, si supera los 160º C perderemos gran parte de los cannabinoides y por tanto el efecto que buscamos.
Dosis
Cuando consumamos nuestros platos elaborados con cannabis hemos de ser pacientes. Tenemos que controlar siempre la dosis exacta en este tipo de recetas. El motivo se debe a que al ingerir la marihuana se aprovecha el cien por cien del THC a diferencia que fumada donde tan solo inhalamos el 40%. Concretamente, en una receta que empleemos mantequilla o aceite de marihuana es recomendable utilizar entre 2 a 10 gramos por persona, dependiendo de su tolerancia.
En resumen, el efecto psicoactivo de la marihuana ingerida será mayor y debemos controlar las dosis que comemos empezando poco a poco. Por ello, cuando nos comamos un pedazo de brownie o cualquier plato cannábico debemos esperar un tiempo hasta que comience la digestión para sentir sus efectos. Lo habitual es que al ingerir cannabis vía oral comencemos a sentir sus efectos al cabo de una hora.
Por otra parte, tampoco podemos utilizar poca marihuana ya que, como es lógico, en estos casos no podremos esperar un gran efecto de nuestra hierba.
Calidad
Muchos inexpertos en cocina cannábica piensan que empleando los restos de la poda, hojas, tallos y cogollos de mala calidad pueden elaborarse buenos platos. Esto es cierto, aunque si empleamos hierba de mejor calidad, y no solo aquello que destinábamos para la basura, nuestras recetas lograrán obtener el efecto que buscamos. Pero por supuesto… reserva tus mejores cogollos para fumártelos.
Sorpresas
Por último, cuando vayamos a realizar este tipo de platos en un evento social debemos advertir que nuestros platos contienen marihuana. El motivo, es que es una broma de mal gusto para aquellas personas no habituadas al consumo de cannabis. Además, pueden provocarles paranoias, pánico o cualquier otro psicosomático fruto del miedo.
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