En la segunda entrega de estas historias de Ganyeros citadinos, vengo con otra de las historias de Uno, esto le ocurrió después de una larga noche de juerga y canutos, durante un festival musical al que asistió con otros amigos universitarios, que también le juegan al cannabis. En esta oportunidad, Uno estuvo en una acampada, compartiendo carpa con 4 compañeros más todos fumetas.

Al finalizar el concierto de esa noche y las farras respectivas, Uno y los demás se dispusieron a ir hasta su carpa, al llegar a dormir; mi amigo Uno como siempre estaba muy volado y determinó que para proteger la moña que le quedaba la colocaría sobre su pecho para no perderla y tenerla siempre cerca de su corazón, porque él es un enamorado de la marihuana. Luego de las risas propias del último porro que te manda a dormir y un buen descanso. Al día siguiente, ocurrió para mi amigo un desastre…
Al despertarse, tocó su pecho y su moña no estaba, por lo que despertó de manera drástica al resto de sus compañeros de carpa, para de manera desesperada, preguntarles por su moña e incluso amenazarlos, de no dejarlos salir hasta que no apareciese lo que le correspondía. En el marco de los reclamos y búsqueda incansable de su cannabis, con sus amigos dentro de la carpa, resultó que Uno en medio de la noche, dormitado, retiró de su pecho la preciada ganya y la resguardó en un bolsillo interno de la carpa.
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Después de toda esa angustia para mi amigo y los suyos, al encontrar la moña, se llenaron de paz y decidieron por supuesto armar un gran canuto a manera de celebración, por haber encontrado el cannabis. Es decir, encontraron la calma; elevaron su conciencia abrieron las perspectivas espirituales y las grandes carcajadas sobre este episodio llegaron para equilibrar y generar armonía. Dice Dennis Brown: La única diferencia entre un buen día y mal día, es tu actitud.