La detención la pasada semana de Guy Laliberté, el fundador del Circo del Sol, por cultivar marihuana en su isla privada de Nukutepipi, en la Polinesia francesa, ha devuelto a la actualidad a un personaje peculiar del que públicamente se desconoce casi todo.
Laliberté fue puesto en libertad sin cargos tras prestar declaración ante el juez, según dejó claro un comunicado emitido por Anne Dongois, portavoz de Red Moon, la empresa del empresario de origen canadiense. Y ella misma se encargó también de comunicar las impresiones que le habían producido al creador del formato que revolucionó el mundo del circo hace 25 años sobre la magnitud de su detención: “Me sorprende mucho la desproporcionada importancia que se ha dado a un hecho que generalmente se trivializa cuando se trata de alguien que está en posesión de plantas de cannabis para uso personal. Me gustaría señalar que los agentes fueron respetuosos y corteses conmigo, lo que fue un bálsamo en toda esta desgracia, y que obviamente continuaré colaborando con las autoridades judiciales de Polinesia”.
La sorpresa de Laliberté se centra en que entiende que su caso es el de un consumidor de cannabis medicinal, según sus declaraciones, que cultiva únicamente con fines personales y se “disocia completamente de cualquier rumor que lo implique de lejos o de cerca con el tráfico de narcóticos”. De hecho, sus abogados señalaron que tiene un certificado canadiense para cultivar marihuana con fines médicos, un documento que no es válido en la Polinesia francesa donde impera el Código Penal francés, que establece sanciones para este tipo de cargos que van desde un año de prisión por consumo hasta un máximo de 20 años por producción y cuantiosas multas.
Lo que olvida Laliberté en su declaración es que la marca del circo que creó sigue despertando admiración y curiosidad en el mundo entero y su persona está ligada para siempre al Circo del Sol, aunque en 2015 él, que era su propietario mayoritario, se quedara con una participación minoritaria tras vender el 90% a un grupo de inversores internacionales por una cifra que varios medios situaron en 1.300 millones de euros. Desde entonces, Guy Laliberté permanece ligado a la marca circense aportando su visión estratégica y creativa a la compañía, según se especificó en un comunicado publicado en ese momento, pero su actividad de multimillonario es variopinta.
Con una fortuna personal que se calcula en más de 1.000 millones de dólares (algo más de 900 millones de euros) el fundador del Circo del Sol, que actualmente tiene 60 años, es cualquier cosa menos una persona convencional. Nació en Quebec en 1959 y comenzó como acordeonista y titiritero con resultados financieros moderados en sus primeros proyectos. Pero en 1983 el Gobierno de Quebec se fijó en él y dejó en sus manos 1,5 millones de dólares para realizar un espectáculo para conmemorar al año siguiente el 450º aniversario del descubrimiento de Canadá. El proyecto se presentó bajo el nombre de Le Grand Tour du Cirque du Soleil y tuvo un gran éxito de público, aunque una rentabilidad económica relativamente escasa: alrededor de 40.000 dólares de ganancia. Dio igual porque la semilla de una idea especial para el mundo del circo ya había calado y le permitió encontrar financiación para nuevos proyectos que se internacionalizaron en 1987, cuando Cirque du Soleil salió por primera vez de Canadá y se presentó en Los Ángeles, invirtiendo su fundador todos sus ahorros en este nuevo proyecto.
El resto es historia, y con la venta de su proyecto continuó como director creativo y su fortuna se disparó hasta el punto de poder realizar esos otros planes que para la mayoría se quedan en sueños. Por ejemplo, comprar la isla de Nukutepipi, de unos 2,3 kilómetros cuadrados, y convertirla en un resort de lujo con una capacidad máxima de 50 huéspedes que se puede alquilar completa por 900.000 euros semanales. Laliberté ha estado casado dos veces, las dos con dos modelos. Su primera esposa era brasileña, Rizia Moreira, y la segunda italiana, Claudia Barilla. Tiene cinco hijos y es conocido por sus fiestas sin cuartel ni restricciones. Hace años, el periodista Ian Harpelin publicó una biografía en la que se refería a las que organizaba en su casa de Montreal en “las que todo estaba permitido”. También es muy conocido en Ibiza, isla donde tiene una casa que se asegura es testigo de juegas históricas en verano y donde participa en negocios como el Heart, un espacio en el que se mezcla la música, la danza y la alta cocina que se encuentra en el Ibiza Gran Hotel y en el que es socio con los hermanos Adrià.
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En 2009 pagó más de 31 millones de euros por ser uno de los primeros turistas en poder visitar durante 10 días la Estación Espacial Internacional. Una experiencia de la que dijo: “Fue extraordinaria, estuve allí y fui la persona número 510 que viajó al espacio exterior. Es un privilegio, aunque pagues, estar entre los 1.000 primeros en hacer algo de esta envergadura en el planeta, es una experiencia física y mental. Pero era el que era y sigo siendo el que soy después de vivirla”. El millonario desembolso fue un capricho, sin duda, pero Laliberté afirmó que su paseo espacial le serviría de inspiración para próximos espectáculos y al mismo tiempo le sirvió para promover su Fundación One Drop que creó en 2007 para combatir la pobreza mundial a través del acceso al agua potable para todo el mundo.
Una actividad filantrópica que deja de lado la vertiente más mundana de Guy Laliberté, quien también es muy conocido por ser un apasionado jugador de póker, afición que le ha hecho perder cantidades millonarias que algunos medios cifran en más de 27 millones de euros en los últimos años.
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