Luego de 20 años de aprobar el consumo de cannabis con fines medicinales, a finales de 2016 el estado de California lo liberó por completo con la Proposición 64. Se esperaba entonces que el comercio ilegal comenzara a desaparecer. Sin embargo, los hechos se dieron de otra manera.
En 2018, cuando el estado entregó las licencias para abrir dispensarios, las ventas se ubicaron muy por debajo de las expectativas: USD 2.500 millones. Las estimaciones para 2019 son mucho mejores, USD 3.100 millones, que convierten a California en el máximo mercado de este producto en el planeta. Y sería mucho mayor aun si lograra competir con el ilegal, que lejos de tender a la extinción llegaría a USD 8.700 millones.
Las cifras surgen del informe “California: lecciones del mercado de cannabis más grande del mundo“, de la consultora Arcview Group. Si bien el salto de USD 2.500 a USD 3.100 no es pequeño cualquier tipo de negocio celebraría un incremento del 23% en sus operaciones, la inversión en marihuana enfrenta una paradoja: la forma que tomó la legalización favorece la continuidad de la venta en negro.
“Dada la carga de impuestos y regulaciones que pesa sobre el mercado legal, se predice que el mercado ilícito en California representará el 53% de todas las ventas en 2024, en comparación con la mayoría de otros estados con regímenes normativos más amables, cuyos mercados ilícitos se reducirán, según se estima, a un 30% o menos de las ventas totales en ese mismo periodo”, según Arcview.
El comercio legal de marihuana paga un 15% de impuesto al estado y tiene costos operativos. Las autoridades no cuentan con suficiente personal capacitado para atender a las violaciones de una ley que es diferente de como solía ser la represión del tráfico. Por último la Proposición 64 dejó al criterio de condados y municipios la decisión de habilitar o no este comercio. Como resultado, el 76% de las ciudades californianas han prohibido las tiendas de cannabis.
Muchas jurisdicciones prefieren mantener el comercio ilícito y observar cómo se desarrolla la transición en otros sitios; muchas sólo esperan que se aclare el panorama de las normas superpuestas, a las que además se suma la jurisprudencia federal contradictoria.
Sí se sabe, en cambio, que la tendencia del negocio es al aumento, dado un factor sociocultural que destacó el informe de Arcview: el consumidor promedio en California es joven, lo cual da futuro al producto. Sólo el 20% de los baby boomers consume marihuana, mientras que el 39% de los millennials lo hace.
Si el estado tomase medidas para favorecer el cannabis legal, podría recaudar mucho más que los USD 345 millones en impuestos que obtuvo en 2018: en California hay un comercio minorista de cannabis por cada 35.147 adultos de más de 21 años, mientras que en estados con más experiencia las cifras hablan de muchos más puntos de venta. Oregon, por ejemplo, tiene uno por cada 5.567, y Colorado tiene uno por cada 4.240.
Tamar Todd, abogada especializada en marihuana y vicepresidenta del panel de asesores estatales sobre el tema, dijo a Los Angeles Times que no se sorprendió al analizar las cifras: «Personalmente veo una larga transición hacia la legalización, en especial porque California tenía un mercado ilegítimo y uno semi-legal, por el uso médico, que durante 20 años operó sin supervisión estatal».
Para moderar ese choque el legislador estatal demócrata Rob Bonta propuso una reducción temporaria de los impuestos, pero fracasó. “Está sumamente claro que el mercado ilícito todavía socava el mercado regulado”, dijo al Times. “Una cantidad importante de negocios de cannabis se mantienen en el mercado ilícito y no tributan en lugar de migrar al regulado”.
Eso deja en notable desventaja a los 583 dispensarios y las 263 empresas con licencia para entrega a domicilio en California. En Los Angeles, eso se traduce en un precio de venta que puede llegar hasta el 77% más alto que el del producto de comercio ilegal.
Politico citó el caso de The Reefinery, en esa ciudad. Cuando el propietario, Greg Meguerian, notó que frente a su local se inauguraba otro, no se preocupó. Pero cuando observó que 15 Spot seguía abierto luego de las 10 de la noche, hora en que los dispensarios deben cerrar por ley, y que vendía varias veces el límite legal (una onza, es decir 28 gramos, de marihuana u 8 gramos de concentrados de cannabis), sospechó.
El comercio no tenía licencia, notó por su ausencia en la lista de negocios autorizados que las ciudades publican. Meguerian llamó al competidor; el teléfono no existía. Lo denunció a las autoridades, pero nada pasó.
«Lo que sucede a Meguerian es una muestra de los efectos generalizados de la legalización de la marihuana en los Estados Unidos: en muchos casos ha alimentado, en lugar de eliminarlo, al mercado negro«, argumentó la web de noticias políticas. El hecho de que la legalización sea por estados —a diferencia de Canadá o Uruguay, por ejemplo— hace que el fenómeno se vea más allá de California.
«En Oregon, una superabundancia de cannabis legal y barata hizo que los cultivadores exportaran sus mercaderías a otros estados donde todavía es ilegal«, ilustró Politico. «Tres años después de que los ciudadanos de Massachussetts aprobaran la legalización total de la marihuana, la mayoría de la economía del cannabis consiste en clubes privados sin licencia, operaciones de cultivo casero y ventas ilícitas».
Según un estudio de BDS Analytics, una firma de Colorado, no sólo el 78% de las ventas de marihuana en California durante 2018 fueron en el mercado ilegal, sino que el 90% de las de Massachussetts también lo fue, informó US News.
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