La primera exposición sobre cannabis en la Argentina –a comienzos de mes, en Buenos Aires- vino a legitimar una realidad poco visibilizada y que es sostenida fuertemente por una importante proporción de la población.
El predio de la Rural propició acceder a información en profundidad y de calidad, con lo más reciente en investigación de laboratorios, progresos en usos terapéuticos, talleres de cultivo y aceite, y con lo nuevo en tecnología para el cultivo.
Otra cara de la muestra que se extendió por tres días fue el encuentro entre personas que ya vienen trabajando de manera solidaria en organizaciones no gubernamentales o asociaciones civiles para acompañar una diversidad de necesidades. Desde información jurídica, entendiendo que el consumo es una elección particular y una cuestión de derechos humanos, hasta quienes acuden a cannabinoides para aliviar dolores o en cuidados paliativos, incluso en mascotas. O el encomiable activismo de Mamá Cultiva en el uso de aceite medicinal como anticonvulsivo pediátrico hasta el desarrollo de una red de profesionales de la salud en el país para integrar usos terapéuticos a tratamientos tradicionales, son algunos de los ejemplos más notables.
Para comprender la dimensión del fenómeno, prestemos atención a una cifra que aportó la organización de la expo: ya se abrieron más de 200 locales comerciales especializados en artículos cannábicos e insumos para el cultivo, mientras que cientos de empresas producen estos materiales, generando trabajo y tributando impuestos.
En la Argentina, desde marzo de 2017 existe una Ley de Cannabis Medicinal, sin embrago su implementación va a paso de tortuga.
“Nos constituirnos como oenegé para empoderarnos en nuestros derechos individuales de elegir el canabis en todos sus usos”, señala uno de los integrantes de Cannabis Pigüé, una organización que se constituyó a partir de un allanamiento a cultivadores hace tres años. Hace cuatro meses con la personería jurídica en la provincia de Buenos Aires sus impulsores mantienen en alto el reclamo por la despenalización: “Hoy se ha triplicado el número de detenidos por cultivo; se coloca a la persona que cultiva para consumo personal en el mismo nivel que un narcotraficante. Existe una negligencia dentro del mismo Estado que no reconoce que existe una cultura instalada, socialmente aceptada, con documentales y producciones que hablan de esto en el mundo. No se quiere visibilizar, no lo quieren ver”.
En un sector dedicado a que los visitantes puedan entablar conversaciones con quienes vienen difundiendo en materia científica, la coordinadora médica de Investigación en Cannabis Medicinal (Incamed) Julieta Venezziano se presenta: “Somos un grupo de médicos, terapeutas y de otras áreas de la salud que nos reunimos para acompañar a las personas que eligen al cannabis como alternativa ante una enfermedad o para la vida misma”.
¿Cómo empezaron? A partir de la necesidad de ayudar a la gente, desde el conocimiento del potencial terapéutico de la planta y desde entender que se necesita un acompañamiento para que sea una terapia eficaz y segura. Lo hacemos desde una medicina integral, una concepción que va más allá de un cuerpo enfermo y porque un síntoma, un órgano no mejora de manera aislada. También desde la necesidad de salir del paradigma de salud de una medicina hegemónica y únicamente biologicista, que se centra en la enfermedad y no en la salud.
Incamed es una red que se gestó hace unos cuatro años y en 2018 formalizó su personería jurídica para empezar a atender pacientes. Venezziano admite que una de las principales trabas en la instrumentación del cannabis medicinal es el desconocimiento y la falta de validación de la comunidad científica en general -no solo la médica- “y también están los intereses que se mueven en lo económico, para su comercialización”.
En la expo hubo un sector entero dedicado a responder dudas de personas en una diversidad de tratamientos y la respuesta sobrepasó las expectativas. La médica confirma esa tendencia: “Solemos organizar talleres y encuentros periódicos orientados a profesionales de la salud y al público en general y después de cada uno, como los de mayo y agosto de este año, seguimos sumando médicos y profesionales. Ojalá seamos muchos más”, auguró.
Una de las personalidades estelares en las disertaciones fue la de Mara Gordon, una científica precursora que en distantes puntos del planeta es celebrada como una rockstar. Un auditorio de miles la siguió los tres días en que expuso vía videoconferencia traducida en simultáneo. “Quizá muchos no sepan que los distintos cannabinoides presentes en una misma planta generan un efecto séquito, más benefactor que en sus partes aisladas. Es importante saber que uno solo de ellos no tiene los mismos beneficios que la planta completa y que la interacción es muy importante para la acción terapéutica”, planteó en la conferencia del primer día.
Para explicar la sinergia de los componentes, comparó que así como no es lo mismo una torta de chocolate que tomar sus ingredientes por separado: “Es la combinación la que produce el efecto séquito”, resumió.
Al referirse a la abundante evidencia anecdótica alrededor del cannabis, con gente que dice ‘esto me sirve y esto no’, Mara y su equipo buscaron llegar a conclusiones científicas. Con investigadores de la Universidad Complutense de Madrid compararon el efecto de canabinoides aislados y de la planta con el perfil completo para evaluar diferencias y efectos en caso de que hubiere mayores beneficios para la salud. Las pruebas se realizaron en tres tipos de cáncer de mama y en todos la planta completa dio mejores resultados con una considerable diferencia en el tamaño y en la cantidad de células cancerígenas. En las conclusiones un componente solo (el THC) funcionó mejor que el placebo, y la planta completa tuvo resultados iguales a los de un tratamiento habitual (sin cannabis) y levemente mejor en algunos reportes específicos.
Un tema clave es las dosis; saber cuánto se consume en cada ingesta no está determinado por la cantidad de gotas, sino por los miligramos presentes. Y saber que no toda dosis es terapéutica: “Si tomo menos o de más, no sirve. Es una planta bifásica. Muy poco o demasiado puede provocar efecto nulo u opuesto al deseado”, continuó.
“Hasta ahora sabemos que la planta tiene cerca de 144 cannabinoides y también 400 compuestos químicos. Falta mucho por comprobar. Ojalá que pronto en la Argentina tengamos una amplia disponibilidad de productos cannabis testeados en laboratorio para conocer exactamente lo que posee cada medicación”.
Algunas características de la feria
En los tres días que se extendió la muestra hubo conferencias y talleres con ponencias de profesionales de la industria, la salud, la ciencia, la cultura y el cultivo.
Entre los temas que se expusieron estuvieron las experiencias sobre regulación en otros países, y talleres sobre cómo cultivar, elaborar aceites, cremas y alimentos.
En puntos de asesoría médica y legal se podía consultar y recibir orientación en salud y derecho además de presenciar exposiciones de trabajos científicos.
Con muchos usos aún en investigación, las dolencias de mayor interés son: dolores crónicos y agudos, fibromialgia, migraña, artrosis, insomnio, autismo, epilepsia refractaria, depresión, lupus, asma, ansiedad, glaucoma, esquizofrenia, psoriasis e inflamaciones.
Un sector comercial – empresarial destinó lugar a dueños de marcas locales y también de firmas internacionales, además de fabricantes y proveedores.
La industria del cannabis es unas de las más pujantes en una amplia variedad de productos: medicinales, cosmética, alimentos, gaseosas y cerveza, dispositivos tecnológicos, para el cultivo y el uso de la planta, gastronomía especializada, materiales de construcción, papelería, textiles, diseño.
En Estados Unidos, la industria del cannabis generó 27.000 millones de dólares en 2017 y creó durante el año pasado más de 300.000 puestos de trabajo registrados.
Fuente: Norte
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