Los protagonistas más influyentes de la industria de belleza de alta gama están adoptando fragancias diseñadas para resaltar el aroma del cannabis. Hay uno llamado Dirty Grass, un aroma terroso de u$s185 con 500 miligramos de aceite CBD derivado de cáñamo en cada botella. Es el último lanzamiento de Douglas Little de Heretic Parfum, la nariz detrás de las fragancias naturales de Goop. Otro, Chronic (u$s175), es de la marca sueca 19-69 y contiene notas de pomelo y musgo. Ambos están disponibles en Barneys New York.
Se unen a otros como Cannabis Eau De Parfum (u$s165) de Malin + Goetz, que equilibra notas florales blancas con hierbas picantes, y Replica (u$s126) de Maison Margiela, una oda al festival de música de Woodstock descrito con olor a “pachulí y brotes frescos”.
A medida que el cannabis gana más aceptación, tanto en la regulación legal como en la opinión pública, los creadores de fragancias están encontrando nuevas formas de trascender cualquier estereotipo persistente. También están sacando provecho del furor por el CBD que llegó a casi todas las industrias de consumo, desde champúes y chicles hasta rimel y golosinas para mascotas.
Los investigadores estiman que el mercado para el CDB solamente en Estados Unidos podría valer casi u$s24.000 millones para 2023. El mercado global de fragancias se valoró en u$s52.700 millones en 2018 y se espera que valga u$s72.300 millones para 2024, según Mordor Intelligence.
Andrew Goetz, cofundador de Malin + Goetz, dice que el nombre de Cannabis Eau de Parfum de su compañía era arriesgado incluso hace cinco años, cuando fue lanzado, porque seguía siendo mayormente ilegal. “Ahora todos están tratando de encontrar su camino y su oportunidad”, dice. Señala que la versión en vela (u$s55) sigue siendo un éxito de ventas.
Linda Levy, presidenta de Fragrance Foundation, dice que las fragancias de cannabis “parecen estar muy de moda, muy del momento”. Entre los miembros de su organización se encuentran Sephora, Macy’s y LVMH.
Aunque los principales actores del mercado como, L’Oreal, Estée Lauder y Chanel, actualmente no tienen productos relacionados con el cannabis; puede ser solo cuestión de tiempo. “En los últimos dos años en la categoría de belleza, el cannabis se ha convertido en una de esas piezas de conversación reales”, dice Levy.
Una de las primeras fragancias de cannabis en el mercado fue Cannabis Flower (u$s36), de Demeter, en 2006. Mark Crames, director ejecutivo de Demeter Fragrance Library, la diseñó para tener “ese olor a cannabis”, aunque en una versión más discreta. “Es el verdadero olor a cannabis modificado lo suficiente, por lo que era posible usarlo”, dice.
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Las compradoras son en su mayoría mujeres de 35 años o menos, pero el aroma -uno de los best sellers de Demeter que ahora aparece en alrededor de 100 tiendas- es más neutral que otros de la marca.
Las nuevas fragancias son más propensas a reproducir notas ahumadas o amaderadas, con toques de cedro y sándalo, dice Levy.
El perfumista de Heretic, Little, quien también ha creado aromas para Dita von Teese y velas para Lady Gaga, lanzó el perfume unisex Dirty Grass en mayo, que contiene notas de pimienta rosa y ralladura de limón. La botella de 50 mililitros también tiene 500 miligramos de aceite de CBD derivado de cáñamo para darle un olor ligeramente herbal. Little dice que al respirar la fragancia puede llegar directamente al torrente sanguíneo.
Fuente: Ámbito
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