Un empleado de una de las growshop españolas (tiendas donde pueden adquirirse semillas de cannabis) menciona que el país “víve en un vacío legal”.
Esa laguna normativa de la que habla hace referencia a que, mientras el Congreso mantiene en cola la subcomisión para el estudio de la regulación del cannabis terapéutico, tanto estos establecimientos como las tiendas on-line pueden vender semillas con la premisa de que “son para coleccionistas”.
Restricción
No está permitido cultivarse (cuando las plantas no están a la vista y son para autoconsumo es una actividad ilegal, pero no sancionable), pero como apunta ese mismo empleado, la mayor parte de los que acuden por ellas lo hacen.
Y muchos lo hacen para usarlo con fines terapéuticos. Esas growshops son a las que acuden algunas de las 100.000 personas que, según los datos que maneja el Observatorio Español de Cannabis Medicinal (colectivo independiente formado por investigadores, médicos y asociaciones de pacientes relacionados con el uso del cannabis medicinal), tienen que recurrir a la clandestinidad para hacerse con plantas de cannabis de las que extraer productos para uso terapéutico.
El problema, como apunta la presidenta de este colectivo, Carola Pérez, es que «no está regulado el cultivo y utilización de la planta y, por tanto, no hay ninguna garantía de que esté libre de hongos, metales pesados… o que contenga los porcentajes de sustancias activas adecuados para cada paciente».
De ahí que reclame que «la regulación del uso terapéutico es algo urgente por una cuestión de derechos humanos para las personas que estamos sufriendo los problemas de acceso que hay a los preparados con cannabis».
En este sentido, quiere dejar muy claro que, en ningún caso, desde su colectivo se recomienda tomar el cannabis fumado. Además, añade «muchas veces se confunde el uso lúdico con el terapéutico y los problemas que están teniendo los jóvenes con el alcohol o el cannabis nada tiene ver con la regulación del uso terapéutico del cannabis».
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