Si alguna vez has tenido secreción nasal, estornudos constantes, picazón en los ojos o hinchazón de los labios y la cara, es probable que estés teniendo una reacción alérgica.
Esa reacción es el resultado de la hipersensibilidad a un cuerpo extraño. En una situación normal, estos cuerpos extraños ingresan en el cuerpo humano y son tratados rápidamente por nuestro sistema inmunológico. Con las alergias, la reacción aumenta, causando una molestia leve y muchos de los síntomas mencionados anteriormente.
Lo más frustrante de las alergias es que a menudo pueden desarrollarse por la noche o sin previo aviso. Algunas personas pasan la mayor parte de sus vidas sin sufrir alergias, pero en algún momento acaban desarrollando una intolerancia al pelo de mascota o al polen. Esta es la parte fascinante y desalentadora de las alergias: hay muchas variables en juego.
Las alergias se presentan en muchas formas diferentes, pero las más comunes incluyen el polvo, las picaduras de insectos, los alimentos (los frutos secos son una alergia alimentaria común) y el polen. Afortunadamente, es raro que las alergias produzcan síntomas que pongan la vida en peligro, pero lo que se está volviendo cada vez más común es el fenómeno de las alergias crónicas que conducen a enfermedades más graves.
En la mayoría de los casos, se utilizan antihistamínicos sin receta para tratar las alergias, pero incluso estos medicamentos pueden causar efectos secundarios no deseados.
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¿Qué es la rinitis alérgica?
Puede sonar científico, pero la rinitis alérgica es solo otro término para una alergia a la que la mayoría de nosotros nos hemos acostumbrado: la fiebre del heno. Solo en el Reino Unido, se estima que más de 10 millones de personas padecen fiebre del heno, ¡hasta una de cada cinco personas! En el resto del mundo pasa algo similar, la fiebre del heno afecta a la capacidad de muchas personas para trabajar o prestar atención en clase.
Si alguna vez has tratado de concentrarte mientras tu nariz no para de gotear o tus ojos lagrimean, sabrás lo difícil que puede ser.
La afección está causada por un nivel de histaminas más alto de lo normal, en sangre y tejidos. Por lo general, las histaminas mantienen niveles relativamente bajos. Sin embargo, en las personas que sufren la fiebre del heno, su hipersensibilidad a un alérgeno hace que el nivel de histaminas liberadas por los mastocitos aumente considerablemente. Los mastocitos se encuentran bajo la piel y alrededor de los vasos sanguíneos y los nervios, de ahí la gran variedad de síntomas que se pueden experimentar.